Este jueves 24 de abril se rinde homenaje a uno de los platos más queridos de la cocina chilena: el bistec a lo pobre. Con su mezcla irresistible de carne, papas fritas, huevos y cebolla, esta receta no solo conquista estómagos, sino también rankings internacionales.
El año pasado, el sitio especializado en gastronomía mundial Taste Atlas lo ubicó en el puesto número 8 entre las comidas chilenas mejor valoradas, confirmando que su popularidad sigue más viva que nunca.
¿Qué tiene este plato que lo hace tan especial?
La fórmula es simple, pero poderosa: un bistec a la plancha (generalmente de vacuno), acompañado por papas fritas doradas, huevos fritos con la yema bien jugosa, y una generosa porción de cebolla caramelizada. Esta última, de hecho, es el detalle que diferencia la versión chilena de la peruana, donde el plato también ha ido ganando terreno.
Aunque suene a banquete, el nombre “a lo pobre” ha generado más de una teoría. Una de ellas, explicada por el historiador Daniel Palma, dice que en el siglo XIX se conocía como un plato sencillo y accesible, que combinaba ingredientes comunes del campo chileno. Sin embargo, su origen podría tener un giro europeo.
Palma cita al autor Eugenio Pereira Salas, quien en sus investigaciones sobre cocina chilena menciona a un popular local santiaguino del siglo XIX: el restaurante Papa Gage, donde se servía el “bifteack a lo pobre”, posiblemente inspirado en la gastronomía francesa.
Y si hablamos de Francia, no podemos dejar fuera la versión de la chef Juana Muzard, quien señala que el nombre podría venir del francés “boeuf au poivre” (buey a la pimienta), aunque con los años fue adaptado al gusto local con papas y cebolla, cortesía de la influencia francesa en la cocina criolla.
Lo cierto es que, sin importar su origen exacto, el bistec a lo pobre logró algo que pocos platos consiguen: unir tradición, sabor y un toque de historia en cada bocado. Hoy es parte de la identidad culinaria chilena y símbolo de la cocina que nace desde lo simple, pero se queda en la memoria.