Las exequias del obispo emérito de Rancagua, monseñor Alejandro Goic Karmelic, congregaron este martes a familiares, autoridades, fieles y representantes de la comunidad, en una emotiva ceremonia que rindió homenaje a su legado pastoral y social. Goic falleció el lunes 1 de septiembre a los 85 años, dejando una huella profunda en la Iglesia y en la historia reciente del país.
Nacido en Punta Arenas en 1940 y ordenado sacerdote en 1966, Goic se destacó por su compromiso con los derechos humanos, la justicia social y la dignidad de los más vulnerables. Su labor como mediador en momentos críticos, como el conflicto del Beagle en 1978, y su defensa activa durante la dictadura militar, lo posicionaron como una voz valiente y cercana al pueblo. Su impulso del concepto de “sueldo ético” y su trabajo en la Pastoral Obrera le valieron el apodo de “el obispo rojo”.
Durante la ceremonia, diversas autoridades destacaron su legado. En una carta enviada a la Conferencia Episcopal, el presidente Gabriel Boric lo definió como “promotor de la justicia social” y agradeció su asistencia a las víctimas del régimen. El gobernador Pablo Silva lo llamó “el gran pastor”, mientras que el delegado presidencial Fabio López subrayó su vocación por “elevar la dignidad humana”. El alcalde Raimundo Agliati lo recordó como un hombre que “tendía puentes y encarnaba la paz”.
Tras su retiro en 2018, Goic vivió en oración y reflexión en el monasterio de las Hermanas Adoratrices en Rancagua, donde descansarán sus restos.