Para el sesquicentenario de la institución masónica –la más antigua, la masculina– se efectuó un homenaje a Bernardo O’Higgins en la plaza donde está su monumento, frente a La Moneda. Al lado está la estatua de José Miguel Carrera. Sin embargo, O’Higgins nunca fue masón, pero Carrera sí. La confusión se debe a que el libertador de Chile perteneció a la Logia Lautarina, de características secretas semejantes a la discreción guardada por los masones respecto de sus reuniones y ceremonias. Luego de exhaustivos estudios, como el de Jaime Eyzaguirre sobre la Logia Lautarina, ha quedado claro que esta era una organización sin fondo masónico y que sus características se deben a una necesidad de clandestinidad. Lo que no significa que esta organización dominada por los argentinos no tuviera a masones entre sus filas a título individual.
José Miguel Carrera pertenece al pequeño grupo de masones católicos, como Wolfang Amadeus Mozart y Fray Camilo Henríquez. Se trata de personas que, evidentemente, no estuvieron de acuerdo con la prohibición de afiliarse a logias masónicas señalada por diversos papas. La relación entre la Iglesia Católica y las diversas órdenes masónicas tiene una historia de desencuentros. Por la disputa posterior a la Ilustración, se trata de un conflicto político, el sector católico se alió con las monarquías de la época para mantener l’Ancien Régime, mientras que la ideas republicanas y laicas eran representadas por la francmasonería, es un contexto en que el papa es un rey a cargo de los Estados Pontificios, es decir, un monarca temporal. Tal conflicto emigró a América luego de la estadía en Europa de muchos de la Padres de la Patria donde conocieron las ideas ilustradas y seculares además de haberse afiliado a las logias. Otro motivo de disputa es el carácter que tiene Dios en la enseñanza masónica. La Iglesia desconfía que la masonería sea teísta y algunos autores consideran que las logias creen en divinidades extrañas.
Dijimos que a O’Higgins se le considera masón por la adhesión a la Logia Lautaro; pero, ¿era esta organización una clase de masonería? La Logia Lautaro, a pesar de su contingente reducido de masones, fue bastante respetuosa de la religión católica. Es cierto que San Martín se afilió a la Logia Lautarina en Cádiz, España, pero también lo es que la Logia en Buenos Aires y sus filiales, como Santiago, actuaron con independencia de sus hermanos españoles. Además, José de San Martín fue un monárquico que pensó que un reino era mejor que una república para los países de América Latina.
La participación de sacerdotes en la Logia de Buenos Aires muestra un espíritu muy diferente al que se dará más tarde en América entre católicos y masones, lo cual no quiere decir que muchos católicos rectamente creen que la masonería es una alternativa correcta de desarrollo espiritual y moral, pero en esta época sería muy raro. En Chile los sacerdotes santiaguinos fueron todos patriotas –excepto el obispo de la ciudad Monseñor Rodríguez Zorrilla y Arlegui– pero masones poquísimos.
Entonces este fue un homenaje extraño, a una logia pseudomasónica que, además, mandó asesinar a un verdadero masón como don José Miguel Carrera. La vida es extraña y da vueltas a veces sin ningún sentido, pero en este caso, tratándose del sesquicentenario de una organización chilena que se siente señera, lo obrado exige una explicación.
Rodrigo Larraín Contador
Sociólogo