La segunda vuelta presidencial se vive con absoluta normalidad en el Liceo Agustín Ross de Pichilemu, donde las mesas de votación se encontraban operativas desde temprano. A las 9:20 de la mañana, el ambiente era tranquilo y con flujo moderado de electores.
En el recinto destacó la presencia de la apoderada Verónica Ibarra, quien llegó a las 09:00 horas para cumplir su labor de supervisión del proceso. Lo hizo acompañada de su nieta Ema, una niña que se instaló en una pequeña silla en medio del gimnasio, con su mochila y pertenencias al lado, mientras aguardaba paciente la llegada de su madre para llevarla a casa.
La madre de la menor realizaba trámites en otro lugar, por lo que la abuela asumió la doble tarea de velar por el proceso electoral y cuidar a su nieta. La escena llamó la atención de los asistentes, al reflejar cómo la participación democrática también se entrelaza con la vida cotidiana y familiar.
La imagen de la pequeña Ema acompañando a su abuela aportó un matiz humano a la jornada, recordando que el ejercicio ciudadano se vive en comunidad y que los espacios de votación son también espacios de encuentro social.
De esta forma, la jornada en Pichilemu se ha caracterizado por tranquilidad, organización y un ambiente marcado por gestos simples que humanizan el proceso electoral.
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