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Colectiveros denuncian ola de violencia en Rodoviario de Rancagua


Agresiones, asaltos y daños a la infraestructura se han vuelto recurrentes en el recinto, donde los trabajadores sostienen que la seguridad depende más de su propia organización que de las autoridades.

VIERNES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2025
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Publicado por

Jennifer Díaz



Durante este mes de noviembre, el rodoviario se convirtió en escenario de graves hechos de violencia que mantienen en alerta a colectiveros y locatarios, pese a los esfuerzos de la municipalidad por mejorar el recinto. Uno de los incidentes más impactantes fue la brutal agresión contra un conductor de la línea de Codegua, quien fue apuñalado mientras realizaba su recorrido con pasajeros a bordo. A esto se sumó el asalto a mano armada que sufrió otro chofer mientras esperaba su turno dentro de su vehículo en el área de descanso. Ambos episodios, denunciados por el sindicato a través de redes sociales, dieron cuenta de un clima de inseguridad que, según señalan, se ha vuelto insostenible. “No tenemos seguridad”, expresaron públicamente.

El relato de Alejandra Farfán, tesorera del sindicato de la Federación de Colectivos Rurales (FECOR), refleja la desesperación que se vive a diario en el lugar. “A Sebastián (colectivero apuñalado) no le pasó algo peor porque él se cubrió y soltó el volante. Hay que agradecer que ningún auto venía fuerte a esa hora”, comenta con preocupación. La dirigenta sostiene que la ausencia de personal preparado ha empeorado la situación. “Sin desmerecer, antes teníamos un caballero alto que caminaba por aquí y solo con verlo los ambulantes se iban. Hoy ponen guardias por cumplir: muchachos sin capacitación, que se ponen la polera roja y el chaleco anticorte. Pero esto no funciona así”. Reconoce incluso que varios conductores se han visto obligados a armarse: “En mi auto ando con un bate y una punta para defenderme. Yo debería  trabajar con tranquilidad, no así”.

En el caso del colectivero apuñalado, fueron los propios pasajeros quienes advirtieron a otros trabajadores que algo ocurría, permitiendo una rápida asistencia. Sebastián Rodríguez, aún afectado por la agresión, recuerda con claridad el instante en que fue atacado: “El sujeto cruzó por la salida de los colectivos, pero no lo vi; solo sentí que golpeaban la maletera y empezó a insultarme. Luego, cuando frené en el semáforo llegando a la Alameda, me siguió y, como llevaba el vidrio abajo, me lanzó varias puñaladas. Si no pongo las manos, me las pega en el pecho o en el cuello”. Tras ser atendido en el Hospital Regional, quedó con graves lesiones: “Me pusieron más de 10 puntos y perdí la movilidad de un dedo porque me cortó un tendón. Llevo una semana sin trabajar y acá un día sin trabajar es un día que no gano. Sin plata no comes”.

Aunque las cámaras instaladas por el propio sindicato dentro de los paraderos permitieron identificar al agresor, los conductores aseguran que la denuncia no ha avanzado. “Hicimos la denuncia ante Fiscalía, pero llegamos a nada”, afirma Farfán. La sensación de desamparo ha llevado incluso a que los mismos trabajadores enfrenten a quienes los agreden. “Si vuelve, lo vamos a enfrentar, porque si no hay protección, nosotros nos cuidamos”, dice. “Es lamentable, pero nos obligan a defendernos igual que unos caníbales”, agregó.

Los locatarios también son víctimas habituales de robos y amenazas. Una trabajadora de un kiosco instalado en las afueras el rodoviario relata que presenció tanto el asalto con pistola, como también la agresión con el cuchillo. Además menciona que: “A mí también me han robado varias veces. Una niña de la calle entró drogada y cuando me descuidé me sacó el banano con dinero. Este kiosco lo han asaltado más de once veces este año. Y eso que siempre se les da comida y tecito”.

Ante el aumento de los hechos delictuales, el sindicato hace un llamado urgente a las autoridades para reforzar la seguridad. “El alcalde la tiene clara. Que venga con los equipos de seguridad. Cuando la municipalidad tomó el rodoviario, Carabineros venía varias veces al día. Después se fueron. Solo la presencia sirve, y sirve mucho”, insiste Farfán.

Pero la inseguridad no se limita a los conductores y locatarios: también afecta la infraestructura del lugar. Durante la madrugada de este jueves, delincuentes robaron nuevamente las cañerías de cobre de los urinarios del personal, pese a que estos cuentan con múltiples cerraduras y sistemas de seguridad: “Hemos cambiado infinidad de veces las tasas de baño y las tuberías. Para entrar necesito cuatro llaves. Igual entran. Igual roban”, lamenta Alejandra. Los urinarios, adquiridos hace muy poco con fondos recaudados por la propia federación, fueron desmantelados una vez más: “Juntamos $160.000 para comprar equipamiento bueno. Pero entran los de la calle, los angustiados, los ladrones. Nos roban todo”.


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