El silencio en las tribunas del Estadio El Teniente está por llegar a su fin. Nueve meses han pasado desde que los hinchas de O’Higgins pudieron ver a su equipo en la cancha de Rancagua, un regreso largamente esperado y que este sábado 30 de agosto volverá a teñir de celeste el reducto rancagüino. Desde las 15:00 horas, el Capo de Provincia recibirá a Audax Italiano por la fecha veintidos de la Liga de Primera, en un encuentro que marcará el retorno oficial tras las obras realizadas en el recinto, preparativas para el próximo Mundial Sub 20 que se disputará en la Región de O’Higgins.
El último recuerdo que guarda el público local no es grato. Fue aquel 0-3 ante Cobreloa en la última jornada del torneo pasado, un resultado que dejó a O’Higgins al borde del descenso, salvándose únicamente por diferencia de goles frente al cuadro loíno. Con esa amarga caída, los celestes cerraron el 2024 con 31 puntos en el decimocuarto lugar de la tabla. Desde entonces, el anhelo de volver a Rancagua se mantuvo latente, mientras el equipo ejercía su localía en Estadio Municipal Jorge Silva Valenzuela e incluso disputó como anfitrión en el estadio Bicentenario de La Florida.
Ahora, la vuelta a casa genera expectación entre los hinchas, quienes esperan reencontrarse con el equipo en el estadio que históricamente ha sido su fortaleza. No obstante, el ambiente tendrá matices. El Delegado Presidencial Regional, Fabio López, informó que el duelo se jugará con un aforo limitado de seis mil seiscientas personas, muy por debajo de la capacidad máxima de quince mil seiscientas, y sin presencia de hinchada visitante. La decisión busca resguardar la seguridad en una fecha en que el contingente policial estará concentrado en la tradicional Fiesta de Santa Rosa.
López detalló que al menos cien guardias estarán dispuestos en el estadio para garantizar el orden y que, en un principio, el encuentro estaba programado para San Fernando. Finalmente, el retorno se concretará en El Teniente, donde la hinchada celeste volverá a gritar en casa después de una larga ausencia que parecía interminable.