La Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE) ha dejado de ser solo un pase para el transporte y se está consolidando como una herramienta pedagógica que permite ampliar la educación más allá de las aulas. Según el académico Juan Pablo Catalán, de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB, “educar es formar competencias y habilidades para la vida, y esa vida ocurre en movimiento”.
El concepto de TNE 24/7 busca que los estudiantes puedan acceder al transporte todo el año y a cualquier hora, facilitando experiencias que complementen su formación. Esto incluye salidas pedagógicas, visitas a bibliotecas y museos, talleres culturales y entrenamientos que fomentan disciplina y cooperación, además de permitir el estudio colaborativo en barrios donde el transporte puede ser una barrera. Como señala Catalán: “De verdad, educar no es solo escuchar una clase; empieza en el trayecto y se afianza en la plaza”.
El académico enfatiza que el ocio no compite con el estudio, sino que lo hace posible. “Una caminata ordena la mente; un partido enseña estrategia; un taller de teatro entrena la escucha; un concierto despierta sensibilidad; una tarde en el museo abre preguntas que ningún manual anticipa”, explicó. Este enfoque, conocido como currículum invisible, refuerza aprendizajes duraderos y motiva a los estudiantes a seguir aprendiendo.
Además, la evidencia internacional respalda la idea de que la educación se construye en espacios formales, no formales e informales, y que el bienestar es condición para aprender. Reducir la TNE a “motivos de estudio”, advierte Catalán, “convierte al conductor en inspector y al estudiante en sospechoso”, afectando la dignidad de los jóvenes y desincentivando la participación cultural.
“La TNE 24/7 no regala viajes; Abre posibilidades. La mejor clase del año puede empezar en un bus, cuando una estudiante decide bajarse en un parque, un museo o un concierto. Que la política pública lo facilite no es un lujo: Es un deber real con la educación integral que defendemos”, concluyó Catalán.