El termómetro es un artefacto que tiene variados usos, en medicina, permite medir la temperatura de un individuo con el fin de detectar si existe fiebre y por tanto alguna enfermedad. Asimismo, se utiliza para medir la temperatura en ambientes y también es utilizado en ciertos equipos electrodomésticos.
Por estos días, en el marco preelectoral que vive el país, a través de los medios de comunicación nos hemos enterado de la iniciativa parlamentaria -que carece de todo sustento técnico- que busca eliminar la aplicación de la UF en contratos de arriendo, créditos hipotecarios, servicios de educación y salud.
Se alega que se pretende «regular su uso abusivo en contratos y servicios».
La Unidad de Fomento (UF) es un índice de reajustabilidad creado hace casi 50 años en el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva. El objetivo fue proteger los ahorros y los préstamos de la inflación de la época reduciendo la incertidumbre en la economía, de manera de impulsar la inversión y el crecimiento.
En efecto, la UF es un mecanismo que lo podríamos asimilar a un termómetro, cuya variación mensual refleja las alzas o bajas de los precios en la economía (IPC), es decir, mide la inflación del periodo referido.
En consecuencia, el problema que se debe abordar es como se controla la inflación, y no proponer la eliminación del termómetro con el cual se mide.
Eliminar para los préstamos hipotecarios la aplicación de la UF, va a desincentivar la oferta por parte de las instituciones financieras, aumentando las tasas y alejando la opción para las familias de la casa propia. Asimismo, en el mediano plazo impactará a la industria de la construcción, la inversión y el empleo.
En conclusión, lo que se debe entender es que lo que afecta el bolsillo de las familias no es la UF sino el aumento constante de los precios en la economía, impulsado no solo por shock externo, sino también por un exceso de gasto doméstico, por ejemplo el déficit fiscal.