Desde 2018 ha sido derivado entre el Hospital de San Fernando y el Hospital Regional de Rancagua, sin respuestas claras ni soluciones concretas
A los 26 años, José Silva vivía una vida normal en San Fernando. Un partido de fútbol cambió todo: una doble fractura expuesta en su tobillo izquierdo lo llevó al quirófano, pero las dos intervenciones que recibió no fueron exitosas. Hoy, con 32 años, sigue esperando una atención médica que nunca ha llegado. En lugar de un tratamiento eficaz, ha enfrentado años de burocracia, negligencia y dolor.
Desde 2018 ha sido derivado entre el Hospital de San Fernando y el Hospital Regional de Rancagua, sin respuestas claras ni soluciones concretas. “Me hacen falsas ilusiones, no me ayudan, tampoco me dan algo para el dolor”, lamenta José, quien asegura haber tenido que recurrir al comercio informal para conseguir analgésicos que alivien el sufrimiento diario. En su relato reconoce que ha llegado incluso a intentar quitarse la vida.
En noviembre del año pasado, tras una intensa búsqueda de respuestas ante el Servicio de Salud O’Higgins, se realizó una junta médica que propuso dos caminos: una nueva cirugía o la amputación del pie. La opción por una operación volvió a diluirse por falta de insumos, y para abril, cuando finalmente José decidió optar por la amputación debido al insoportable dolor, el procedimiento fue cancelado a último minuto por falta de un examen médico.
“Él toma tramadol como si fuera jugo”, explica María José Díaz, su asistente social. “Cuando lo iban a operar en abril, lo dejaron vestido y sin cirugía. Seguimos esperando. Nos dicen que hay que esperar una interconsulta en Santiago, pero no sabemos para cuándo. La angustia es diaria, no hay alivio, no hay control, no hay humanidad”.
El deterioro físico ha sido acompañado por un profundo desgaste emocional. José ya presenta necrosis en su pierna, lo que podría derivar en gangrena si no se actúa pronto. Mientras tanto, no puede trabajar ni proyectar su vida. Su entorno se ha movilizado para organizar un bingo solidario el 7 de junio en San Fernando, con el objetivo de reunir fondos que permitan financiar una prótesis.
“Esto le puede pasar a cualquiera”, advierte José. “No estoy mendigando, sólo pido apoyo para poder tener una vida digna después de tanto dolor”.
