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La danza como lenguaje universal: La inspiradora historia de Dagoberto Huerta


"Bailar es sentir, no solo escuchar", dice Dagoberto Huerta, quien desde Marchigüe, O’Higgins, lleva el ritmo en el corazón, aunque el silencio sea su compañero.

JUEVES, 16 DE ENERO DE 2025
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Publicado por

David Pellizzari



Por Ingrid Torrealba y David Pellizzari

La historia de Dagoberto Huerta es un relato de superación, pasión y conexión con la danza, que trasciende cualquier límite. Originario de la región de O’Higgins, este bailarín autodidacta y maestro de la expresión corporal ha desafiado las barreras que la vida le impuso, convirtiéndolas en la fuerza que impulsa su arte.

Dagoberto descubrió su amor por la danza a los seis años. Sin embargo, ese mismo año marcó el inicio de una desafiante travesía: una otitis media crónica comenzó a deteriorar su audición de manera progresiva. Para los 13, su tímpano ya había sufrido daños irreversibles, y a los 23 años, perdió completamente la audición. A pesar de las dificultades, Dagoberto encontró en la danza una forma de comunicarse con el mundo.

“La vibración fue mi refugio cuando el sonido se fue”, explica Dagoberto. “Entendí que bailar no es sólo escuchar, sino también sentir. Las pulsaciones y los ritmos se convirtieron en mi guía”. Este descubrimiento transformó su enfoque hacia la danza, llevándolo a desarrollar una metodología única basada en la percepción de las vibraciones.

Un encuentro con su «otra mitad»

Aunque la audición era un recuerdo lejano, Dagoberto continuó explorando su arte. Fue en Santiago donde su vida dio un giro inesperado. En un casting para un proyecto teatral, Dagoberto conoció a la comunidad sorda. “No sabía lengua de señas, pero estar entre personas sordas me permitió conocerme mejor y aceptar mi identidad,” recuerda. Este encuentro no solo enriqueció su perspectiva, sino que también lo inspiró a hacer de la inclusión una parte fundamental de su trabajo.

Dagoberto se propuso crear espacios donde las personas sordas pudieran conectarse con la danza, sin importar las limitaciones sensoriales. “Mi objetivo era abrir puertas, no solo para mí, sino para quienes se sienten excluidos,” afirma. Su compromiso con la inclusión se refleja en los talleres y academias que ha impulsado, particularmente en su natal Marchigüe.

La vibración como ritmo del alma

La metodología de Dagoberto se centra en transformar las vibraciones en una experiencia física. “Cuando la música dejó de ser un sonido, se convirtió en un latido” dice. Este enfoque lo ayudó a redescubrir el baile desde una perspectiva sensorial, conectándose profundamente con los movimientos y las emociones.

Durante su adolescencia, su familia jugó un papel crucial en su adaptación. “Pasé de escuchar la televisión al máximo volumen a sentir las vibraciones del piso”, recuerda con gratitud. “Mis padres tuvieron una paciencia y amor enormes para acompañarme en este proceso”.

Descentralizar la danza

A pesar de haber encontrado oportunidades en Santiago, Dagoberto siempre sintió la necesidad de regresar a su región. En 2013, fundó una academia en Marchigüe con el sueño de descentralizar el acceso a la danza. “Quise ofrecer a los niños y jóvenes lo que yo no tuve: Un espacio para expresarse y crecer artísticamente,” explica.

La academia no solo se ha convertido en un centro de formación, sino también en un refugio donde se promueve la inclusión y la diversidad. Cada año, celebran el Día de la Danza con galas que atraen a personas de todas partes de la región. “Es una forma de mostrar que la danza no discrimina. Es un lenguaje universal” afirma.

Un mensaje para la comunidad

Dagoberto Huerta es un ejemplo viviente de que las barreras pueden transformarse en puentes hacia nuevas oportunidades. Su historia nos recuerda que la pasión y la perseverancia son más fuertes que cualquier limitación. “Quiero que las personas, sordas u oyentes, entiendan que el arte está al alcance de todos,” concluye.

En un mundo donde el silencio podría parecer una desventaja, Dagoberto ha demostrado que la danza es mucho más que música: es emoción, conexión y vida. Su viaje es una inspiración para quienes buscan superar sus propias barreras y encontrar su ritmo en el mundo.


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