El robo a una sucursal de Brinks en Rancagua, ocurrido en agosto de este año, sigue generando repercusiones, no solo por el cinematográfico asalto que incluyó enfrentamientos con Carabineros y la quema de vehículos, sino también por el impacto financiero que ha tenido en la empresa estadounidense de transporte de valores. El atraco, que resultó en el hurto de más de $10 mil millones, fue destacado por el CEO de Brinks, Mark Eubanks, en un reciente informe a los inversores.
Aunque Eubanks no mencionó directamente el incidente en Rancagua, sí aludió a un “robo en América Latina” que generó pérdidas inesperadas de US$10 millones. Este hecho se suma a otro ocurrido en Canadá en 2023, donde fueron sustraídos US$14,5 millones en barras de oro y US$2 millones en efectivo. Pese a estos eventos, el ejecutivo señaló que las pérdidas derivadas del robo en Chile no deberían tener un impacto significativo en los resultados anuales de la compañía.
Según el balance al tercer trimestre, Brinks registró ingresos por US$1.260 millones y una utilidad neta de US$28,9 millones, lo que representó una caída del 37% respecto al mismo periodo del año anterior. No obstante, el efecto fue parcialmente compensado por la apreciación del dólar y mejoras en la eficiencia del capital y la gestión de recursos, según explicó Eubanks.
Además del impacto de este asalto, la empresa enfrenta una acusación de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) de Chile, que la acusa, junto con otras compañías, de colusión para fijar precios entre 2017 y 2018. Brinks indicó que ya realizó ajustes para mitigar el efecto de una posible multa, mientras sigue enfrentando los desafíos financieros y reputacionales derivados de estos hechos.