«Pagar más por un cacao sostenible». Ese fue el tema de la quinta edición de la Conferencia Mundial del Cacao que se realizó este año y ahondó en cómo conseguir una distribución equitativa del valor a lo largo de la cadena de suministro. Justamente por eso, y en el marco del día del chocolate que se conmemora cada 13 de septiembre, la pregunta que surge en la industria es si efectivamente este puede ser un producto más ético y sostenible, dado que tras su elaboración aun se esconden muchas injusticias sociales e incluso esclavitud.
Para Gerardo Wijnant, consultor internacional, “hay dos problemáticas asociadas con el chocolate. La primera, de carácter social, es la existencia de plantaciones de cacao que realizan su labor en base a mano de obra infantil, particularmente en Costa De Marfil y Ghana. Esa es una realidad que no se ha superado”. La segunda es el impacto del cambio climático sobre el cacao “que ha hecho que la producción haya disminuido más de 50% por diferentes fenómenos climáticos, ya sean sequías o inundaciones según la zona del planeta”, agregó el especialista.
Así, en un escenario donde el cacao ha alcanzado precios récord por el aumento en los costos de producción, se ha instalado a nivel mundial la inquietud por aprovechar este incremento para potenciar prácticas sostenibles que velen principalmente por una remuneración justa para los agricultores.
Wijnant enfatiza en lo importante que es reconocer lo que verdaderamente es chocolate, ya que muchas veces “comemos algunos donde el porcentaje de cacao es muy bajo y los componentes de azúcar u otros edulcorantes son abundantes. La temática de calidad es crucial para mantener la esencia de un alimento que no sólo es rico, sino también nutritivo cuando las concentraciones de cacao son mayores”.