El país hace mucho tiempo que tiene en sus calles y plazas a personas indigentes. Sí, indigentes esa es la palabra que todos entendemos, pero que las autoridades siempre tratan de soslayar con eufemismos. Personas en situación de calle, dicen hoy.
Es una realidad que ningún gobierno ha podido abordar en su conjunto como problema social. Es porque ellos no se agrupan y salen a protestar y, segundo, porque han asumido una realidad dura, pero donde nadie les viene a molestar. Son por así decirlo, asistémicos, que aceptan la caridad o el apoyo mínimo para subsistir, en su mayoría.
De un tiempo a esta parte, ese entorno duro, complejo, inentendible para muchos, ha sido alterado. La crisis migratoria ha creado otro tipo de indigencia, la del extranjero, que ha visto en ese espacio la posibilidad de quedarse en Chile, sin papeles, y sin tener que ingresar al sistema. Y han recibido apoyos “mínimos”, como carpas de parte de algunos municipios o entidades sociales. Total, ante una urgencia de salud sabe que puede acceder a atención médica. Es decir, nuestra población en “situación de calle” hoy recibe menos atención que un extranjero en “situación de calle” de las redes de apoyo que puedan existir.
Por ejemplo, en nuestra capital regional, la Municipalidad de Rancagua ha realizado durante este año, levantamientos donde se encuentran personas viviendo en carpas, principalmente en el eje Alameda.
Y catastró a extranjeros. Les entregó orientación migratoria legal y de salud, aportó algunos elementos sanitarios y gestionó el ingreso a albergues de algunos de ellos.
Lo demás, es lo típico de nuestro país, abordar el tema –no el problema-, desde mesas de trabajo.
Se puede comprender que la pandemia y la crisis migratoria son factores determinantes sobre este asunto, pero –reitero- ha sido una constante en nuestro país.
Si fuera por un verdadero orden social, esa debiera ser la primera línea de acción de una autoridad, de un Estado, pero ellos generalmente no votan, así que no preocupan.
Un último punto. Desgraciadamente, quienes delinquen encuentran en este espacio el lugar perfecto para convertirse en verdaderos fantasmas sociales y cometer delitos.