Si fuéramos mal pensados podríamos interpretar que la o las tramas desarrolladas para tomar la decisión de aplazar las elecciones, bien pudo formar parte de una mentira verdadera orquestada intencionalmente por quienes les interesaba aplazar las elecciones, pero que, por estrategia política, pretendían que la decisión fuera producto de las presiones de otros actores y no de ellos.
Como no interpretar así la decisión de última hora del presidente Piñera, de enviar un proyecto de ley para aplazar las elecciones, cuando él y sus ministros, días antes señalaban que estas no se cambiaban de fecha, porque se tomarían los resguardos para proteger la salud de los electores.
¿A quién y/o a quienes les conviene el aplazamiento de las elecciones? En lo humano a todos, ya que por más resguardos que se tomen, el asistir masivamente a votar, constituía un riesgo evitable. En lo político, sin lugar a duda a la derecha, ya que los candidatos(as), con financiamiento propio o por el de mecenas con intención, pueden afrontar de mejor manera la extensión de la campaña. Mejor que la mayoría de los candidatos de centro izquierda, de clase media. Se dirá que el receso es para todos, pero quienes tienen recursos, siempre tendrán y han tenido la posibilidad de eludir la ley. Ya inventarán la forma de seguir en campaña.
Si bien todos los cargos de elección popular son importantes, en esta oportunidad, existe uno que sobrepasa la importancia de los demás, en este caso la elección de constituyentes, ya que su responsabilidad es la redactar una nueva Constitución, que marcará los destinos de Chile, en a lo menos los próximos treinta años. Es por eso que no debe llamar la atención que algunos aportes de los privados, a la campaña de constituyentes, sea mayor que los aportes a otro tipo de candidatos.
Y en esto, destaca lo recibido hasta el momento por candidatos a constituyentes independientes de derecha y de extrema derecha, que no cabe dudas que, si llegan a ingresar a la Convención Constituyente, deberán defender los intereses de sus contribuyentes, más que a los intereses de la ciudadanía. Para ser justos, también los aportes les llegan a algunos candidatos de oposición, dispuestos a escuchar las recomendaciones de sus financistas.
En consecuencia, el cambio de fecha de las elecciones, en lo político beneficia a unos más que a otros, lamentablemente los beneficiados son los mismos de siempre. Es de esperar que la ciudadanía de memoria corta, no se deje influenciar por las estrategias de “don dinero” y cuando ejerza sus derechos cívicos se decida por quienes quieren cambiar la actual Constitución, por una más democrática y que asegure bienestar social a todos los chilenos, y no por aquellos que no se resignan a perder los privilegios heredados a través de la Constitución de Pinochet.