La muerte de seis trabajadores en la mina El Teniente dejó una marca profunda en la región. Más allá del dolor que embarga a sus familias, la tragedia ha removido algo en la comunidad completa: compañeros, vecinos e incluso quienes no conocieron a las víctimas han sentido el golpe emocional de la pérdida.
A este fenómeno se le conoce como duelo colectivo, y según el psicólogo Ramón Rubio, del Departamento de Salud Mental del Servicio de Salud O’Higgins, es una forma compartida de vivir el dolor ante una pérdida simbólica y pública. “Vivimos la vida colectivamente, aunque en distintos escenarios y momentos. Y cuando alguien muere, no solo su familia sufre; toda una comunidad puede verse afectada”, señala.
Casos como el accidente aéreo en Juan Fernández en 2011 o la tragedia de Tomé en 2013, donde fallecieron 16 hinchas de O’Higgins, son ejemplos recientes de este tipo de duelo. Hoy, el impacto del derrumbe en El Teniente reabre esa herida colectiva.
“Sentimos que algo de nosotros también se va”
Rubio explica que esta reacción es parte de la naturaleza humana. “Ya desde los neandertales hay evidencia de rituales fúnebres. Cuando alguien de nuestra comunidad muere, sentimos que algo de nosotros también se va con esa persona. Nos enfrentamos a la fragilidad de la vida, a la idea siempre latente —pero muchas veces ignorada— de que somos finitos”.
El psicólogo advierte que la exposición mediática y en redes sociales puede amplificar el dolor. Videos, imágenes y comentarios se multiplican, afectando emocionalmente a personas ya vulnerables. Por ello, llama a moderar el consumo de información y buscar formas más sanas de procesar lo ocurrido.
Para Rubio, un paso clave es buscar sentido. “El duelo colectivo nos debe llevar a la resignificación. Preguntarnos por qué ocurrió esta pérdida, cómo podemos evitar que vuelva a suceder, cómo cuidarnos más como comunidad. No se trata de buscar culpables ni de retroceder en el tiempo, sino de dar un nuevo significado a lo ocurrido, que nos permita sanar y crecer”.
Cinco claves para acompañar el proceso
Desde el Servicio de Salud O’Higgins se han entregado algunas recomendaciones prácticas para sobrellevar este proceso colectivo:
- Permítete sentir: emociones como la pena, la rabia o la impotencia son naturales. No las reprimas.
- Habla con otros: compartir lo que sientes con personas de confianza puede aliviar.
- Modera tu exposición a redes sociales: infórmate, pero cuida tu bienestar emocional.
- Realiza actos simbólicos: una carta, una oración o una velatón pueden ayudar a canalizar el dolor.
- Cuida tu salud mental: si te sientes sobrepasado, buscar apoyo profesional es un acto de valentía.
Rubio cierra con una reflexión que invita a mirar con otros ojos el presente: “La muerte puede estar más cerca de lo que imaginamos. No lo decimos para generar miedo, sino para valorar más intensamente el presente. El dolor compartido también puede ser una oportunidad para crecer como comunidad”.
Para quienes necesiten orientación o contención emocional, está disponible la línea Salud Responde, llamando al 600 360 7777, opción 2.