En muchos hogares chilenos, la humedad es una constante durante el otoño e invierno. Esta condición ambiental, sumada a una ventilación insuficiente, crea el escenario perfecto para la aparición de moho. En ese sentido, no es raro que los muebles de baño presenten manchas negras o verdosas, con un olor característico a humedad. Este tipo de hongos no solo daña los materiales, sino que también puede representar un riesgo para la salud, provocando alergias, problemas respiratorios o irritaciones en la piel.
Sin embargo, el moho no se limita únicamente a zonas húmedas como los baños. También puede desarrollarse en habitaciones que no reciben suficiente ventilación o que tienen muros fríos, como ocurre con frecuencia en dormitorios. Los muebles de dormitorio, especialmente aquellos hechos de madera o con acabados porosos, son propensos a absorber humedad del ambiente.
Esto puede favorecer la aparición de moho en la parte trasera de los clósets, en las cómodas o incluso en las esquinas de los respaldos de cama. El problema es silencioso, pero con el tiempo puede deteriorar los materiales y comprometer la higiene del espacio.
Para eliminar el moho de manera efectiva, no es necesario recurrir a productos químicos agresivos. De hecho, muchas personas optan por soluciones caseras que, además de ser económicas, resultan menos tóxicas para el entorno doméstico. Uno de los métodos más comunes consiste en aplicar vinagre blanco sobre la superficie afectada y dejarlo actuar por unos minutos antes de retirarlo con un paño limpio.
Esto ya que el vinagre tiene propiedades antimicóticas que ayudan a descomponer el hongo sin dañar los acabados de madera o melamina. Este método resulta especialmente útil en muebles de dormitorio, donde el contacto directo con productos abrasivos podría deteriorar el mueble o dejar olores desagradables.
Otra técnica efectiva implica el uso de bicarbonato de sodio disuelto en agua tibia. Esta mezcla no solo elimina el moho visible, sino que también neutraliza los malos olores que quedan en los muebles de baño luego de que el hongo se haya extendido. El bicarbonato actúa como un abrasivo suave que puede frotarse con un paño o una esponja, permitiendo limpiar rincones, juntas y superficies donde el moho suele instalarse sin dañar el mueble.
Cuando se trata de casos más persistentes, también se puede recurrir al uso de alcohol o agua oxigenada. Estos productos no solo eliminan el moho, sino que desinfectan el área tratada. Aunque deben aplicarse con precaución, son muy útiles para tratar zonas como la base de los clósets o la parte posterior de los muebles, donde suele acumularse la humedad sin que lo notemos.
La mejor estrategia, sin embargo, es la prevención. Para evitar que el moho aparezca, es fundamental mantener los espacios ventilados. Abrir ventanas diariamente, aunque sea por unos minutos, ayuda a renovar el aire y a reducir los niveles de humedad ambiental. También es recomendable no pegar los muebles de baño directamente a las paredes si estas tienden a presentar condensación, y revisar periódicamente los cajones y fondos de los muebles de dormitorio, sobre todo durante el invierno.
En casos más complejos, donde el moho sigue reapareciendo incluso después de haberlo eliminado, podría ser necesario evaluar si existe una filtración de agua o una falla estructural en el hogar. En estas situaciones, lo ideal es consultar con un profesional que pueda detectar el origen del problema y proponer soluciones definitivas.