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Paulina Tapia García: El arte como un acto de valentía y persistencia


Siempre va a haber alguien con una buena palabra

JUEVES, 6 DE MARZO DE 2025
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Publicado por

David Pellizzari



Por Ingrid Torrealba

Paulina Tapia García es una artista y pintora de la región de O’Higgins que encontró en el lettering y la caligrafía un refugio creativo. Su camino en el arte comenzó tarde, pero con una convicción inquebrantable: «Mi acercamiento al lettering fue súper tardío. Yo soy una mujer ya pasados los 40 años y me dedico a esto hace relativamente poco, hace como 6, 7 años».

El punto de quiebre que la llevó a descubrir su vocación fue su maternidad: «Dejé de trabajar para dedicarme a eso. Tenía tiempo en casa, pero también sentía que necesitaba un espacio para mí, y mi vida siempre estuvo rodeada de letras». Fue así como encontró en la caligrafía y el lettering una forma de expresión que combinaba disciplina y creatividad. «Una de las cosas que me enseñó la maternidad y la caligrafía es a tener paciencia», destaca.

A pesar de haber aprendido de manera autodidacta, su entorno pronto reconoció su talento y la incentivó a enseñar: «Mi círculo cercano me decía: ‘¿Por qué no enseñas lo que has aprendido?’. Y así lo hice, fui creando mi propia técnica». Con el tiempo, el lettering la llevó a otros espacios, como el muralismo, donde su primera incursión se dio de la mano de reconocidos artistas locales. «Raúl Cancino y Luna Calquín me decían: ‘Necesitamos que escribas algo en los muros’».

Este proceso la llevó a trabajar en el mural más grande en el que ha participado hasta la fecha: un proyecto de 300 metros cuadrados en la ruta H30 de Lo Miranda, donde fue la única mujer del equipo. «Me llamaron porque conocieron nuestro enfoque comunitario. No pedí trato especial ni condescendencias. Sabía que debía demostrar que no necesitamos que nos traten de distinta manera para lograr los mismos resultados».

El muralismo, según explica, le permitió experimentar una dimensión del arte que trasciende lo personal: «Salir a pintar a la calle y estar en contacto con personas reales cambió mi mentalidad. Me di cuenta de que yo quería trabajar para las comunidades, ayudar a que todos se expresaran». Su trabajo se ha convertido en una extensión de su compromiso con el arte y la educación: «No soy profesora, pero enseño desde el arte. Me considero artista educadora».

Su nombre artístico, «Ciervo Volante», proviene de su infancia en la Patagonia y de la conexión que sintió con un escarabajo que, según cuenta, la acompañó en momentos de soledad. «Me puse ese nombre porque soy una persona íntima, de círculo cerrado. Me daba pánico dar mi nombre real por inseguridad. Pero hoy con mucho orgullo firmo como Paulina Tapia».

A quienes duden de su propio talento, les deja un mensaje claro: «Que se atrevan, que muestren su trabajo. Siempre va a haber alguien con una buena palabra. La sinceridad duele, pero cuando se dice de buena manera, hay que escucharla. Cualquier cosa que tenga sentimiento y una intencionalidad va a ser bien recibida».

Paulina Tapia García, «Ciervo Volante», ha demostrado que el arte, más que un oficio, es un acto de persistencia, valentía y amor propio. Su obra, su enseñanza y su historia son prueba de que, con constancia y pasión, todos pueden encontrar su lugar en el mundo del arte.


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