El desarrollo regional no puede medirse únicamente en términos económicos, según el economista Carlos Muñoz. Al analizar el caso de la región de O’Higgins, resulta evidente que múltiples factores deben considerarse para impulsar su crecimiento. Entre ellos, destacan la educación, la conectividad, la seguridad y la actividad económica, junto con otros elementos como la salud y la sostenibilidad medioambiental.
Muñoz es claro al señalar que el desarrollo de una región no solo depende del producto interno bruto (PIB) o la actividad económica, sino que abarca dimensiones que influyen directamente en la calidad de vida de sus habitantes. Esto incluye la capacidad educativa, los niveles de seguridad y las condiciones de conectividad, tanto vial como digital.
La educación: la base del progreso
Uno de los principales obstáculos para el desarrollo de O’Higgins es el rezago en materia educativa. Según Muñoz, la región se encuentra en los últimos lugares a nivel nacional en términos de años de escolaridad y tasa de analfabetismo. «Aunque la región tiene instituciones educativas importantes, los niveles de escolarización aún son bajos, lo que dificulta el acceso de la población a mejores oportunidades», afirma.
El problema educativo es crucial, ya que no solo afecta la calidad de la fuerza laboral, sino que también influye en otras áreas clave como la innovación y la productividad. Si O’Higgins quiere mejorar su posición en la tabla de desarrollo regional, es necesario aumentar la oferta educativa, tanto en formación técnica como universitaria, en el propio territorio.
Conectividad y seguridad: pilares para el crecimiento
Otro desafío importante que enfrenta la región es la conectividad. O’Higgins, con una alta ruralidad, presenta dificultades en la expansión del acceso a internet y en la infraestructura vial. Según Muñoz, esto se traduce en desventajas para la competitividad de las microempresas y para la mejora de la calidad de vida en áreas rurales. «La falta de conectividad digital limita el acceso a mercados globales y herramientas tecnológicas que podrían dinamizar la economía local», comenta el economista.
En cuanto a la seguridad, un tema recurrente en la discusión sobre el desarrollo, la región también muestra cifras preocupantes. Muñoz destaca que los indicadores de seguridad, como el número de delitos de connotación social y violencia intrafamiliar, posicionan a O’Higgins en la medianía baja a nivel nacional. Esto genera incertidumbre para la inversión y el desarrollo de nuevas iniciativas empresariales.
Oportunidades en el bienestar socioeconómico
A pesar de los desafíos, la región de O’Higgins destaca en un área fundamental: el bienestar socioeconómico. Según Muñoz, esta dimensión, que incluye aspectos como el hacinamiento, los ingresos familiares y la calidad de las viviendas, sitúa a la región en una posición favorable, ocupando el cuarto lugar a nivel país.
Este bienestar socioeconómico es un activo importante para el desarrollo de la región, pero no basta por sí solo. «Es necesario fortalecer otras áreas clave como la educación y la conectividad para aprovechar el potencial de la microempresa y fomentar el crecimiento económico», señala Muñoz.
La importancia de una visión multidimensional
Finalmente, Muñoz hace un llamado a considerar el desarrollo desde una perspectiva más amplia y equilibrada. «No podemos reducir el desarrollo de una región solo a lo económico. Factores como la seguridad, la conectividad, la educación y el bienestar socioeconómico son igualmente cruciales», concluye.
La región de O’Higgins, con su fuerte presencia en la agricultura y la minería, tiene el potencial de mejorar su desempeño en el panorama nacional. Sin embargo, para lograr un desarrollo equilibrado y sostenible, es necesario abordar sus debilidades en áreas clave, como la educación y la conectividad, mientras se aprovechan sus fortalezas socioeconómicas.
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