Este año, las Fiestas Patrias 2024 nos encuentran en pleno proceso electoral, donde cientos de candidatos a alcaldes, millas de concejales y numerosos aspirantes a consejeros y gobernadores regionales se despliegan a lo largo del país. Cada uno de ellos, con sus propuestas, resalta diferencias y visiones para las comunas, las regiones y el futuro del país. Sin embargo, detrás de esta contienda, subyace una reflexión que a menudo olvidamos: no se trata de enemigos, sino de adversarios políticos.
En este escenario de competencia electoral, es natural que las divergencias se acentúen, pero no debemos perder de vista que la mayoría de los candidatos comparten una intención genuina: mejorar la vida de sus ciudadanos. Recordemos el célebre discurso de John McCain cuando reconoció su derrota ante Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. En lugar de fomentar la división, McCain apeló a la unidad, reconociendo que Obama buscaba lo mejor para su país, y llamó a sus seguidores a respetar esa voluntad popular. Ese gesto, fruto de la madurez política, es una lección que bien podríamos aplicar en nuestra actual campaña electoral.
¿Qué tal si, en medio de estas Fiestas Patrias, adoptamos ese mismo espíritu de unidad y respeto? Reconozcamos que, en su gran mayoría, quienes hoy aspiran a un cargo público lo hacen con el convencimiento de que pueden contribuir al bienestar de su comunidad, mejorar la vida de sus vecinos, su barrio o su región. Claro está, siempre habrá quienes prioricen intereses personales por encima de los colectivos, pero eso no debe nublar el hecho de que la mayoría busca genuinamente el progreso común.
Las campañas electorales en Chile suelen traer consigo momentos de tensión, acusación y una polarización que puede llegar a ser asfixiante, sobre todo en la era de las redes sociales. Sin embargo, estas Fiestas Patrias ofrecen una pausa en el fragor de la contienda, un respiro que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la unidad, más allá de las diferencias. Si por un momento pudiéramos ver al adversario político como alguien con los mismos propósitos de mejorar el país, tendríamos un diálogo más constructivo y respetuoso.
Este 18 de septiembre, más que nunca, hagamos el esfuerzo de recordar que la competencia electoral no debería dividirnos. Al contrario, deberíamos aprovecharla como una oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con el bienestar de todos, desde el alcalde más pequeño hasta el gobernador regional más influyente. Porque, al final del día, Chile es de todos, y todos queremos lo mejor para él.