En un bosque en el sur de Chile, protegido de incendios y la tala, un enorme alerce ha sobrevivido miles de años.
El «Gran Abuelo», como se le conoce a este árbol, tiene 28 metros de altura y cuatro de diámetro y está en proceso de ser certificado como el más viejo del planeta con más de 5.000 años, mayor al pino Matusalén de Estados Unidos (de 4.850 años) reconocido hasta ahora como el más longevo del mundo.
Antonio Lara, investigador de la Universidad Austral y del equipo que estudia la edad de este árbol, señala que «es un sobreviviente. No hay ningún otro que haya tenido la oportunidad de vivir tanto».
Ubicado en la Región de Los Ríos, a 800 km al sur de Santiago, ha esquivado el fuego y la sobreexplotación de esta especie, la Fitzroya cupressoides, endémica del sur del continente americano, donde por siglos su madera -extremadamente resistente- se usó para construir casas y embarcaciones.
Convive con pájaros como el peuquito o el chucao, con ranas de Darwin, lagartijas y otros árboles menos longevos como coigües, mañíos o tepas. Los turistas llegan cada año para fotografiarse con «el árbol más antiguo del mundo».
La nueva investigación
El guardabosque Aníbal Henríquez encontró al milenario alerce mientras patrullaba en 1972. Falleció infartado 16 años después cuando vigilaba a caballo por el mismo bosque.
Su nieto, Jonathan Barichivich, junto a Antonio Lara extrajeron una muestra del árbol usando el taladro manual más largo que existe, pero no llegaron al centro. Con el pedazo extraído estimaron que tenía 2.400 años y a través de un modelo predictivo completaron lo que faltaba.
«El 80% de las posibles trayectorias entregan que el árbol tendría 5.000 años», dice Barichivich, que espera publicar pronto su investigación.