En el último año todos hemos escuchado hablar de la necesidad de aumentar el número de camas críticas de adultos. Pero primero es importante explicar en qué consiste una cama de esta categoría.
Dentro del grupo de camas de críticas de adultos están las de UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) y las de UTI (Unidad de Tratamientos Intermedios), terminologías que pueden variar entre un lugar y otro, pero el concepto es el mismo. En algunos centros con mayor complejidad y especificidad, además se pueden encontrar subdivididas en unidades coronarias y neurológicas.
Una cama de UCI tradicional, que es la que se requiere para poder atender a un paciente con Coronavirus que necesita ventilación mecánica, debe tener un monitor especial, bombas de infusión, ventilador mecánico invasivo, además de un equipo clínico especializado compuesto por kinesiólogo, tens, auxiliar, enfermera y médico disponibles 24/7.
Hace un poco más de un año, en marzo 2020, en Chile teníamos alrededor de 1.200 camas de UCI, y no era tema cuestionarse si daban abasto para la situación normal del país. Llegó la pandemia y en 3 meses casi se triplicaron, llegando a 3.200, cambio que implicó contrataciones, capacitaciones, adaptación de nuevos espacios y una fina coordinación público- privada donde los servicios de salud ayudaron a llevar estos cambios en los hospitales pero también en las clínicas.
Hoy la situación es mucho más exigente: a nivel nacional hay 4.512 camas UCI con un 95% de ocupación, la Región de O’Higgins es una de las que ha aumentado sus camas UCI en mayor proporción, ya que en marzo 2020 teníamos 46 y hoy tenemos 203. El Hospital Clínico FUSAT pasó de 8 camas críticas iniciales a las 25 que tenemos actualmente.
Un paciente en UCI necesita un despliegue y empeño máximo de parte del equipo tratante. Luego de 24 horas de hospitalización, por lo menos 12 personas distintas han tenido una relación de alto compromiso, complejidad y especificación en su tratamiento.
La vacunación contra el coronavirus ha logrado disminuir radicalmente las hospitalizaciones en personas mayores de 60 años, a pesar de eso ya no queda margen. Las personas que incumplen las medidas de confinamiento no comprenden el nivel de cansancio y la magnitud del esfuerzo entregado por los trabajadores de las unidades de paciente crítico hace más de un año. La mejor muestra de empatía y agradecimiento es vacunarse, quedarse en casa y disminuir al máximo la movilidad.