Como ya es tradición, los niños de Graneros y de comunas aledañas pueden conocer y visitar la casa del Viejo Pascuero. Es que como cada año, el hogar de Ana María Acosta y José Vargas -con cuatro hijos- ubicado en la calle Miraflores, en la población Covigra, se transforma y crea una hermosa ilusión con coloridos adornos navideños que describe los secretos más íntimos de «Santa Claus».
Desde la cocina, al dormitorio, transitando por el baño y el patio; todoslos objetos, previamente proyectados, representan el nacimiento de Jesús y la humildad que debiera envolver cada 25 de diciembre.
«Precisamente a eso apuntamos. En nuestra familia, los regalos nunca fueron el centro de atención. Pero sí la ornamentación, es más, cuando estábamos cerca de la navidad y yo no arreglaba la casa, mis hijos y los vecinos empezaban a reclamarme. Jamás hemos pensado en cuánta plata hemos invertido y tampoco nos interesa», señala enfática la dueña de casa.
Ana María, hace no mucho tiempo, sufrió y superó un cáncer, que la obligó a observar la vida con otros ojos, «y este trabajo, que está hecho para que todos vengan a visitarlo, sin costo alguno, da fuerzas y llena el espíritu».
Ella es feliz cuando un niño le pide entrar a la casa. «Aquí se sacan fotografías y muchos recuerdan pasajes importantes de su infancia. No son pocos los que cierran sus ojos y se ponen a llorar. Nos pasó días atrás, que una abuelita estuvo varios minutos mirando, y maravillada con la luminosidad, nos pregunto: ‘así será el cielo?, si es de esta forma, yo me quiero ir luego’. Nosotros quedamos con un nudo en la gargante, dijo José Vargas.
Para el alcalde de Graneros, Claudio Segovia, el trabajo social que Ana y José desarrollan es la clara demostración de un pueblo agradecido, «que se refleja en esta familia. Qué lindo y emocionante debe ser para los niños, tener la posibilidad de visitar la casa del viejo pascuero. Esta es una labor, que si pudieramos replicarla, estoy seguro seriamos mejor país», expresó.
Pero la escena más gratificante para estos granerinos, oriundos del sur, se produce el 24 de diciembre. «Las familias esperan las 12 aquí, y después llegan a abrir los regalos a sus hogares. Es la excusa perfecta para indicarles a los hijos, que el viejo pascuero salió su casa y ya pasó distribuyendo ilusión», concluyó Ana María.