Hoy, que estamos ad portas de que egresen los alumnos y alumnas de cuarto medio de muchos colegios y liceos de la región, quisiera plantear algunas ideas de lo que significa vocación, especialmente en Enfermería. Sé que este tema está ya muy comentado por todos los docentes con estos alumnos, pero si al leer este artículo puede aclarar alguna duda en uno solo de ellos, entonces valió la pena hacerlo y publicarlo.
Si definimos vocación, simplemente podemos decir que es el anhelo y el deseo de cada uno en relación a lo que queremos ser y hacer el resto de nuestras vidas.
La vocación refleja nuestra personalidad. La vocación se lleva por dentro, son nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros anhelos y nuestros sueños.
El profesional de la salud debe poseer varias virtudes y características como la responsabilidad, la puntualidad, la honestidad, la empatía, el respeto, pero el personal de Enfermería especialmente, debe poseer el amor por su profesión y la entrega incondicional al prójimo.
La profesión de enfermería nos exige una vocación que implica realizar nuestro trabajo con espíritu de servicio, haciendo las cosas bien a la primera, sin admitir la mediocridad, pensando siempre que nuestro centro es el paciente, un ser humano único, individual, que no se puede reemplazar o desechar.
En nuestra vocación no se permite la rutina en el quehacer asistencial, porque en Salud lo que hoy está vigente, mañana estará obsoleto. La persona que escoge esta profesión no deja nunca de estudiar ni de aprender. Tenemos la obligación de mantenernos actualizados en los avances de la Medicina que van generando cambios constantes e importantes en la atención de Salud.
La enfermera o el enfermero muchas veces somos el ancla que permite a los enfermos mantenerse con optimismo y fe en su recuperación. Somos la mano solidaria que los sostiene en un ambiente desconocido. Muchas veces marcamos la diferencia entre sentirse acompañados o ignorados, ser tratados como personas o como un simple caso.
Las(os) enfermeras(os) debemos utilizar fuertes habilidades de comunicación al asistir al paciente y ayudarlo en el camino de la cura. Cuando somos capaces de darnos el tiempo para escucharlos como a la persona que son, le devolvemos la dignidad humana. Al reconocerlo como a un individuo en vez de un objeto, le ofrecemos un regalo tan importante como la medicación que se le receta.
Como dijo Florence Nigthgale, la precursora de la carrera de Enfermería en el mundo:
“Lo más preciado de una enfermera es… LA VIDA».
Susana Bobadilla,
Jefa de Carrera de Enfermería
Universidad de Aconcagua VI Región.