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Diócesis de Rancagua da la bienvenida a nuevo sacerdote Javier Menares Yáñez


La ceremonia, realizada en el marco del centenario de la diócesis, fue presidida por monseñor Guillermo Vera y contó con la presencia de familiares, formadores y la comunidad diocesana.

LUNES, 22 DE SEPTIEMBRE DE 2025
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Publicado por

Javier Celis



La Iglesia de Rancagua celebró la ordenación sacerdotal de Javier Menares Yáñez. La ceremonia se llevó a cabo el 20 de septiembre en la parroquia San Fernando Rey, en San Fernando, y fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera Soto.

“El Señor Jesús nos ha convocado para que seamos partícipes de este momento tan importante para nuestra Iglesia diocesana, ya que después de un largo proceso de formación, nuestro hermano Javier Menares Yáñez, por imposición de mis manos, será incorporado al Orden de los Presbíteros”, expresó el obispo al inicio de la celebración.

Durante su homilía, monseñor Vera destacó el valor de este acontecimiento: “En esta mañana llenos de alegría, de fe y esperanza, nos reunimos para vivir un hermoso momento de Iglesia, la ordenación como sacerdote de un hermano nuestro, Javier (…) Damos gracias a Dios que nos hace este regalo, y pedimos que su ministerio sea fecundo para nuestra diócesis”.

El obispo agradeció la presencia de monseñor Luigi Migoni, de los formadores del Seminario Pontificio de Santiago y de la familia del nuevo presbítero, especialmente de sus padres, Alberto y Paola, “que lo acompañaron con generosidad en este camino”. Asimismo, subrayó la misión que asumirá el joven sacerdote: “Tus manos consagradas realizarán milagros que darán gloria a Dios y llenarán de esperanza a los hermanos (…) Javier, serás sacerdote para siempre”.

La celebración continuó con los ritos propios de la ordenación, entre ellos la promesa de obediencia, la postración durante las letanías, la imposición de manos y la oración consecratoria. Uno de los momentos más emotivos fue cuando el nuevo sacerdote recibió la ayuda de sus familiares y de algunos presbíteros para revestirse, gesto acompañado de muestras de afecto y bendiciones. Luego, el obispo y los sacerdotes presentes le dieron el abrazo de la paz, mientras los asistentes aplaudían con emoción.

Al finalizar, el padre Javier Menares expresó su gratitud: “Señor, te doy gracias por cada uno de tus hijos que en todo momento me han mostrado tu rostro de padre, hermano y amigo. Gracias a mis papás, Paola y Luis, por mostrarme desde niño la Nazaret de Jesús, por creer y enseñarme a caminar. Esta es una alegría muy grande, jubilar y centenaria para nuestra diócesis”.

En un tono de humildad, agregó: “En lo personal siempre me he sentido muy pequeño ante la grandeza de Dios y bendita pequeñez que nos hace subir en las manos de Dios, que nos acerca muy cerca de su rostro, porque hay que hacernos y sabernos pequeños para entrar en el Reino, en el reino de los cielos. Así quiero vivir”.


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