Pequeñas compras diarias, como un café, un snack o una suscripción digital, pueden parecer inofensivas; sin embargo, su repetición constante termina erosionando el presupuesto mensual. Expertos advierten que estos consumos, conocidos como “gastos hormiga”, constituyen un riesgo silencioso que amenaza la estabilidad financiera de las familias.
«El gasto hormiga, en general, se hace más por impulso, donde funciona más la emoción que la razón. Es el gasto impulsivo reiterado, por lo tanto, puede ser importante en el presupuesto familiar”, advirtió Rodrigo Saens, economista de la Universidad de Talca.
El experto explica que muchas personas desconocen el impacto real de estas compras y que, en un mundo saturado de publicidad y redes sociales, la tentación está en todas partes. “Si estoy en el celular, voy a estar bombardeado por mensajes que justamente apelan al impulso. Entonces antes de comprar algo, hay que pensar si realmente uno lo necesita o sólo lo desea”, señaló.
Cómo escapar de la trampa
Aunque el efecto de los gastos hormiga es silencioso, existe una forma de tomar el control: Identificarlos y registrarlos. Saens recomienda anotar cada pequeño gasto, por mínimo que parezca, y generar un presupuesto mensual que permita racionalizar las compras. “Por muy insignificante que sea el gasto, hay que escribirlo para poder identificarlo”, enfatizó.
El mensaje del economista es claro: Subestimar estos consumos puede poner en riesgo la estabilidad financiera. Tomar conciencia y controlar los gastos hormiga no es opcional, sino una estrategia clave para proteger el bolsillo y asegurar una mejor salud económica.