La sopaipilla es uno de los clásicos infaltables en las cocinas chilenas durante los meses de frío, y cada 10 de julio se celebra su día en todo el país. Ya sea sola, con pebre o pasada, este alimento se ha convertido en un símbolo del invierno y de la gastronomía nacional.
La fecha no fue escogida al azar. Su conmemoración recuerda la llegada de este platillo al continente americano, hecho que habría ocurrido en el siglo XVIII. Sin embargo, sus orígenes se remontan aún más atrás en el tiempo, específicamente al mundo árabe. En aquellas tierras se conocía como “sopaipa”, una palabra que significa “pan remojado en óleo”.
A lo largo del país, y especialmente en zonas como el centro-sur, la sopaipilla es sinónimo de reuniones familiares, tardes lluviosas y ventas callejeras. Más allá de su sabor, representa una parte importante del patrimonio culinario nacional.