Cada 23 de junio, miles de personas en diferentes regiones se reúnen para celebrar la Noche de San Juan, una festividad que combina elementos religiosos, culturales y paganos. Esta celebración tiene sus orígenes en antiguas tradiciones vinculadas al solsticio de verano en el hemisferio norte, que en el hemisferio sur coincide con el solsticio de invierno.
La Noche de San Juan es considerada un momento especial para la renovación, la purificación y la protección. En muchas comunidades, se encienden hogueras alrededor de las cuales se realizan diversos rituales con el objetivo de atraer buena suerte y alejar las energías negativas. Entre las prácticas más comunes se encuentran saltar sobre las llamas, quemar papeles con deseos escritos, y mirar en un espejo a la luz de una vela en busca de señales.
En Chile, esta tradición ha ido cobrando fuerza en los últimos años, especialmente entre quienes valoran la conexión con la naturaleza y las raíces culturales. Además, esta celebración coincide con el We Tripantu, el Año Nuevo Mapuche, que también marca un momento de renovación espiritual y un nuevo ciclo en la naturaleza.
La Noche de San Juan se mantiene vigente como un espacio para la reflexión, el encuentro social y la conexión con tradiciones ancestrales que, pese al paso del tiempo, siguen siendo parte importante del patrimonio cultural de diversas comunidades.