La instalación de nuevas cámaras de seguridad en comunas como Rancagua y Machalí ha sido promovida como una respuesta concreta frente al aumento de la delincuencia. Sin embargo, los últimos hechos delictivos en la capital regional han reabierto una discusión urgente. ¿Están funcionando realmente estas herramientas como disuasivo del crimen?
Machalí parece ir un paso adelante. La comuna cuenta con más de 140 cámaras activas y monitoreadas, según informó su Dirección de Seguridad Municipal. A pesar de interrupciones temporales por condiciones climáticas, las fallas técnicas se han reducido y recientemente se incorporaron cuatro nuevos puntos de vigilancia financiados por el Gobierno Regional de O’Higgins. La coordinación con las juntas de vecinos ha sido clave para su implementación.
En Rancagua, en cambio, el panorama es más complejo. Si bien en enero de este año, el municipio duplicó el número de cámaras operativas, pasando de 37 a 75, la percepción ciudadana de inseguridad ha empeorado. El alcalde Raimundo Agliati aseguró en ese momento que «hoy la ciudad es más segura», pero cuatro meses después, la meta de alcanzar las 100 cámaras sigue incumplida y los delitos continúan al alza.
Inseguridad en la ciudad
La delincuencia se ha hecho visible incluso en lugares emblemáticos de la ciudad. El pasado miércoles, un ciudadano fue víctima del robo de sus pertenencias desde su vehículo, estacionado frente al Banco Estado de calle Bueras, en pleno centro y a plena luz del día. A pesar de haber denunciado el hecho, aún no recibe respuesta ni seguimiento por parte de las autoridades.
Además, trabajadoras de centros de salud municipal CESFAM, han denunciado robos de vehículos durante su jornada laboral, mientras que vecinos de calles como Millán, San Martín, Bueras e Ibieta reportan un aumento de delitos, incluidas ocupaciones ilegales de viviendas como guaridas para delincuentes.
¿Sirven realmente las cámaras para frenar la delincuencia?
Si Rancagua cuenta con 75 cámaras en funcionamiento y Machalí con 140, ¿por qué los delitos siguen aumentando? La presencia de tecnología de vigilancia no parece estar teniendo un impacto disuasivo suficiente. Si bien, las cámaras por sí solas no previenen el delito si no están acompañadas de un monitoreo y patrullajes constantes.
Las demandas más recurrentes apuntan a mayor presencia policial, fiscalización más estricta en puntos críticos, y una mejor coordinación entre el municipio, Carabineros y el Ministerio de Seguridad Pública.
Mientras no se actúe de forma integral, las cámaras seguirán siendo solo una imagen más del paisaje urbano, sin capacidad real de frenar una delincuencia que ataca día a día la región de O’Higgins.