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El intestino y el sueño: La sorprendente conexión que revela la ciencia


Nuevas investigaciones demuestran cómo la salud intestinal y la calidad del sueño están profundamente entrelazadas, abriendo el camino a estrategias innovadoras para mejorar el descanso y el bienestar.

VIERNES, 30 DE MAYO DE 2025
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Publicado por

Javier Celis



Durante años, la ciencia ha venido desentrañando el papel del intestino más allá de la simple digestión. Hoy se sabe que este órgano alberga neuronas, produce sustancias que el cerebro utiliza para comunicarse y, lo más fascinante, mantiene un diálogo constante con el sistema nervioso central. Por ello, muchos expertos lo denominan “el segundo cerebro”. Esta relación va más allá de la metáfora: el estado del intestino puede influir directamente en cómo dormimos.

El vínculo entre el sueño y la digestión es palpable en la vida cotidiana. Tras una cena pesada, dormir se vuelve difícil; después de una noche de mal descanso, el estómago parece más sensible. “Dormir mal estresa al cuerpo, se libera más cortisol y eso puede alterar el funcionamiento del intestino. Y si el sistema digestivo no anda bien, manda señales al cerebro que complican relajarse y conciliar el sueño”, explica Xataka. Es un diálogo silencioso pero constante entre mente y barriga.

La ciencia respalda esta conexión. Un estudio publicado en 2023 utilizó la técnica de “aleatorización mendeliana bidireccional” para demostrar que el sueño y el intestino están en comunicación permanente. Cuando este equilibrio se rompe, ya sea por un mal descanso o por un desajuste digestivo, ambos sistemas resultan afectados.

Un hallazgo clave es que la hormona principal para regular el sueño, la melatonina, se produce en el intestino. “Tener un intestino en equilibrio podría ser una de las claves, a veces invisibles, para poder dormir bien”, señala la investigación. Así, cuidar la salud intestinal es fundamental para lograr un sueño reparador.

El estrés también juega un papel crucial. No solo dificulta el sueño, sino que altera el sistema digestivo y afecta la microbiota intestinal. “Un estudio reciente ha encontrado que el intestino reacciona al estrés y, dependiente de cómo esté, puede calmarlo o empeorarlo. Si la flora intestinal está desequilibrada, se sentirá más ansiedad, más irritabilidad, y costará más relajarse”, advierten. El resultado es un círculo vicioso: el estrés afecta al intestino, este responde mal y todo ello interfiere en el sueño.

La alimentación es otro factor determinante. Mantener una microbiota equilibrada ayuda a regular el sueño y el estado de ánimo. Estudios recientes destacan la importancia de comer en horarios regulares, evitar cenas pesadas o tardías, incorporar alimentos ricos en fibra y fermentados naturales como yogur o kéfir, y reducir el consumo de ultraprocesados. Incluso se ha observado que ciertos probióticos, como Bifidobacterium breve, pueden mejorar la calidad del sueño al influir en el eje hormonal que regula el estrés.

Dormir bien, entonces, no depende solo de una buena almohada. Es un acto de equilibrio entre mente e intestino. Comprender esta conexión invisible puede ser el primer paso para recuperar el descanso. “Porque a veces, cuidar la barriga es también cuidar el sueño”, concluye el texto de Xataka.


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