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"Caramelo" González: El ingenioso Hijo Ilustre de San Fernando que mira al cosmos


González Muñoz es una figura prominente en revistas especializadas y búsquedas en Google lo revelan como un astrónomo de renombre. Sus investigaciones y publicaciones, a menudo firmadas junto a eminencias como José Maza, lo posicionan en la élite científica.

JUEVES, 22 DE MAYO DE 2025
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Publicado por

Javier Celis



NOTA ESCRITA POR ABELARDO CAROCA

En el marco del aniversario oficial de la comuna, San Fernando rindió homenaje a uno de sus vecinos más distinguidos: Luis Eduardo González Muñoz, quien fue nombrado Hijo Ilustre de la ciudad. El reconocimiento destaca su invaluable contribución al conocimiento astronómico y su papel en el descubrimiento del «Cometa González», un logro que resuena en el ámbito científico global.

González Muñoz es una figura prominente en revistas especializadas y búsquedas en Google lo revelan como un astrónomo de renombre. Sus investigaciones y publicaciones, a menudo firmadas junto a eminencias como José Maza, lo posicionan en la élite científica. Su nombre está ligado a hitos como el ya mencionado «Cometa González», el «Asteroide Colchagua» y la «Nebulosa Gabriela Mistral», recientemente catalogada con el nombre de la poetisa por la Unión Astronómica Internacional.

De la electrónica a las estrellas

Lo sorprendente de la trayectoria de González Muñoz es que, a pesar de su reconocimiento mundial en astronomía, su formación académica original es en Electrónica por la Universidad de Chile. «Yo no soy astrónomo», afirma con una sonrisa. «Pero universidades internacionales y revistas especializadas me reconocen como tal. Creo que soy un Récord Guinness: sin ser astrónomo, he descubierto cometas, asteroides, nebulosas y un sinfín de cuerpos celestes».

El «Hijo Ilustre» también desmiente un mito común sobre la labor astronómica. «La gente cree que, para descubrir asteroides y nuevos planetas, los astrónomos se pasan todo el día mirando el cielo, y no es así», explica. «Todos los telescopios del mundo solo registran fotografías que luego analizamos en microscopios; es allí donde se producen los descubrimientos de nuevas novas y cuerpos celestes», agrega.

Su ingreso al fascinante mundo de la astronomía fue fortuito. Tras egresar en 1974 y enfrentar la escasez de oportunidades laborales durante la dictadura, en 1978 Luis Eduardo buscaba un certificado en su facultad. Fue entonces cuando encontró un aviso que solicitaba a alguien para manejar un telescopio. Pensando que era en la Escuela de Ingeniería, se sorprendió al descubrir que el puesto era en el cerro Calán, en Las Condes, en el Observatorio de la Universidad de Chile.

«Allí me recibieron los astrónomos José Maza, que venía llegando de un doctorado de Canadá, y Luis Campusano, que regresaba de Francia. Ellos me entrevistaron y comenzaron a involucrarme en el tema», relata González Muñoz. «Yo ni sabía que el sol era una estrella, ese era mi nivel de formación, y desde ese día hasta hoy sigo trabajando buscando nuevas constelaciones en el universo».

Las raíces de «Caramelo» en San Fernando

Se logró identificar a «Nebulosa Gabriela Mistral»,  la que recientemente fue catalogada con el nombre de la poetisa por la Unión Astronómica Internacional. Foto IA

Luis Eduardo González, conocido cariñosamente como «Caramelo» por sus amigos, creció en el barrio San Martín, una de las villas más antiguas al oriente de la estación de ferrocarriles en San Fernando. «Cuando me llaman por mi nombre, Luis González, ni siquiera miro; pero cuando me gritan ‘¡Holaaa Caramelo González!’, de inmediato volteo», comenta divertido. De su infancia, atesora los recuerdos de una vida familiar intensa.

Fanático del fútbol, «Caramelo» se enorgullece de ser «el único que ha jugado tanto por el Real San Martín como por El San Martín«, los clubes de su barrio. «Los partidos los días domingos eran a muerte, muy buenos para las patadas, pero también recibíamos mucho», recuerda entre risas.

Uno de sus recuerdos más vívidos es un castigo que casi lo aparta del fútbol para siempre. «Fui sancionado con otro jugador por pegarle a un árbitro. Nos hizo enojar, me tenía mala, y cuando terminó el partido le pegamos«, rememora. La consecuencia fue una sanción de por vida para jugar en San Fernando, medida que solo se levantó con la llegada de la dictadura, permitiéndole regresar a las canchas.


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