En los últimos años, el consumo de proteína animal ha aumentado significativamente en muchas partes del mundo. Sin embargo, diversos estudios científicos advierten sobre los riesgos que implica su ingesta excesiva, tanto para la salud humana como para el medio ambiente.
Impacto en la salud
El exceso de proteína animal en la dieta se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión y ciertos tipos de cáncer, especialmente el colorrectal. Esto se debe, en parte, a las altas cantidades de grasas saturadas y colesterol presentes en productos de origen animal.
Además, un alto consumo de carnes rojas y procesadas puede generar un aumento en los niveles de ácido úrico, lo que favorece la aparición de gota y enfermedades renales. Por otro lado, el exceso de proteínas puede sobrecargar el funcionamiento del hígado y los riñones, órganos responsables de metabolizar y eliminar los desechos nitrogenados.
Impacto ambiental
La producción masiva de proteína animal también tiene un alto costo ambiental. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la ganadería es responsable de aproximadamente el 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Además, el sector consume grandes cantidades de agua y contribuye a la deforestación y pérdida de biodiversidad.
Alternativas para una alimentación balanceada
Especialistas en nutrición recomiendan moderar el consumo de carne y diversificar la dieta con fuentes de proteína vegetal, como legumbres, frutos secos y cereales integrales. Incorporar más verduras y frutas no solo mejora la salud, sino que también reduce la huella ecológica de la alimentación.
Promover una dieta más equilibrada y sostenible es clave para el bienestar de las personas y del planeta. Es fundamental generar conciencia sobre estos riesgos y fomentar hábitos alimenticios más saludables y responsables.