En lo más profundo de la Fosa de Atacama, donde la luz nunca llega y las condiciones son tan extremas que desafían la vida tal como la conocemos, un pequeño crustáceo depredador ha logrado hacerse un hueco en la biología abismal. Este minúsculo animalito, que no supera los 4 centímetros de largo, fue descubierto por científicos del Instituto Oceanográfico Woods (WHOI) y la Universidad de Concepción.
Lo hallaron a más de 8 mil metros de profundidad, en un ambiente tan hostil que cualquier ser viviente que sobreviva allí debe ser un verdadero sobreviviente de la naturaleza.
Con un aspecto que parece sacado de una novela de terror, este crustáceo, conocido como «anfípodo», tiene ojos diminutos y sin pigmento, como si su biología hubiera encontrado una forma de ignorar la oscuridad eterna que lo rodea. Sus apéndices tienen una apariencia tan extraña que algunos bromean comparándolos con los monstruos de H.P. Lovecraft. Pero no es solo su apariencia lo que ha fascinado a los científicos, sino sus increíbles habilidades para adaptarse y cazar en las más severas condiciones.
De hecho, los científicos se han quedado boquiabiertos con su capacidad para prosperar a enormes profundidades, donde la presión es casi insoportable y las temperaturas están cerca del punto de congelación. Este anfípodo no solo sobrevive, sino que se mueve con agilidad, cazando presas más pequeñas que él en total oscuridad. ¡Una criatura con hambre insaciable que ha aprendido a vivir en lo más remoto y hostil del planeta!
Lo curioso es que, como homenaje a la tradición científica, su género fue bautizado como *Dulcibella*, en referencia a Dulcinea del Toboso, la amada de Don Quijote. Su especie, *camanchaca*, toma su nombre de un grupo indígena que habitaba la costa desértica andina, en una conexión directa con el místico y aislado entorno donde esta criatura habita.
Lo realmente fascinante es que este descubrimiento podría abrir nuevas puertas en nuestra comprensión de cómo la vida se adapta a los lugares más extremos. Las adaptaciones de este crustáceo, como su capacidad para resistir la presión aplastante y su metabolismo ralentizado, podrían ayudar a los científicos a entender cómo ciertos organismos podrían sobrevivir en mundos lejanos y oscuros, como los que podrían existir en planetas fuera de nuestro sistema solar.
Este diminuto depredador no solo es una maravilla de la naturaleza, sino también una posible clave para entender cómo podría haber vida en lugares donde nunca imaginaríamos que podría existir.
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