La derecha tiene el sartén por el mango. Hace poco más de un mes terminaron las elecciones de gobernadores regionales, consejeros regionales, alcaldes y concejales; elecciones que estuvieron marcadas por el voto voluntario, destacando un récord histórico de más de 13 millones de personas sufragando. En conjunto, la derecha experimentó un importante avance, en especial en la elección de concejales, en comparación con la elección del 2021. Chilevamos obtuvo un 26,1% en alcaldes y el partido Republicano el 1,3%; en cambio, en concejales, alcanzaron un 28,9% y el 3,1%. En la reciente elección Chilevamos obtiene un 28,4% de la votación de concejales y la lista de Republicanos e independientes el 13,9%.
Los resultados de la elección municipal y regional debieran constituirse en una campanada de alerta que rompa la inercia actual y fuerce a los partidos de Chilevamos a converger en la refundación de una fuerza política acorde a los tiempos y desafíos presentes, completamente desembarazada de sus lastres históricos, traspasando sus fronteras actuales y estructurada en torno a las respuestas de los grandes desafíos futuros en materia de seguridad, recuperación del crecimiento, educación, salud y protección social.
Datos esperanzadores que nos desafían a trabajar unidos. Estas elecciones fueron la gran prueba, para las presidenciales y parlamentarias que vienen el próximo año. No solamente una prueba electoral, si no una muestra de la capacidad de ponerse de acuerdo. Nuestro sector tiene esta paradoja y un gran desafío, que lo obliga a ponerse de acuerdo en un escenario donde han pasado dos cosas importantes. Una es la desaparición del liderazgo del expresidente Piñera, colocando un desafío a Renovación Nacional y la UDI, de reordenarse. Porque él jugaba un rol muy importante. Y la otra es cómo administra la ventaja electoral y el liderazgo extraordinario de Evelyn Matthei, cuando todavía falta un poco más de un año para las elecciones y aparece en cada encuesta con una posición marcada por el triunfo. Esto no había pasado en ocasiones anteriores, por eso el principal desafío es la reorganización, de liderazgo y cómo administrar el momento político que en este instante representa Matthei. Esto puede salir bien, pero también puede salir mal.
No resulta creíble ni consistente el discurso contra la fragmentación del sistema político si no desarrollamos un esfuerzo verdadero por reducir la propia fragmentación, estructurando un gran partido de derecha, con vocación de construir una mayoría social y política, contrariando el atavismo de la derecha chilena, que siempre se ha visto a sí misma más como una minoría de resistencia a los cambios que como fuerza promotora de reformas políticas, sociales y económicas que conciten adhesión mayoritaria.
Sin duda, hoy tenemos el sartén por el mango. Depende de la unión política, dejando los egos, el individualismo y los gustos personales por el bien de los partidos de Chilevamos, nuestro país y su futuro.