Fueron vendidas como la nueva alternativa para tener una calidad de vida que no se podría tener en una ciudad, alejado del mundanal ruido, de la contaminación y como un espacio para estar en conexión con la naturaleza mientras la familia crece. Un oasis para estar a minutos de la ciudad, con conectividad, seguridad y tranquilidad.
Pero eso no es tan idílico como se muestra. Habitualmente las parcelaciones están situadas en terrenos que eran de uso agrícola y no cuentan con luz eléctrica, alcantarillado ni agua potable. Para Francisco Donoso Tagle, vicepresidente gremial de la Cámara Chilena de la Construcción O’Higgins, el tema de las parcelaciones ha generado más problemas que beneficios, “dado que la planificación en Chile no está funcionando, ese tipo de núcleo se transformó en la manera de hacer ciudad, y empezaron a aparecer las famosas parcelaciones agrícolas. A esas no se les pide nada, solo que tengan acceso, ni siquiera calidad de acceso, sino que tengan.”
Según el dirigente, esta situación tuvo su peak entre el año 2019 y el 2020, durante el estallido social y el primer año de pandemia, lo que generó “una tormenta perfecta por tres variables. La primera es porque los instrumentos de planificación territorial en todo Chile, incluida la región, están súper atrasados, por lo cual la ciudad no da sustento a la gente que quiere vivir, y empiezan a aparecer más parcelaciones”. Donoso agregó que “la segunda es porque en pandemia la gente quiso irse de las ciudades a estas parcelaciones, porque no podía salir y estaban en departamentos de 40m2” y complementó explicando la tercera variable “fueron los retiros, porque los parceladores, que se trasformaron en empresas, descubrieron un tremendo negocio porque con un retiro podían tener el pie de la parcela, y seguir pagando con los otros retiros”.
Donoso agregó que esto genero una forma informal de hacer ciudad, para personas que tenían su primera vivienda en una parcelación, que muchas veces no cuenta con los servicios necesarios, ni la cercanía a los centros urbanos donde están los servicios. “Y empezó a hacerse ciudad donde no debía haber ciudad”.
¿Y el terreno?
Uno de los principales inconvenientes de estas parcelaciones en que usan terreno productivo agrícola como primera o segunda vivienda, lo que ha disminuye el espacio de cultivo en el país y atenta contra la seguridad alimentaria. Al respecto, el seremi de Agricultura de O’Higgins, Cristián Silva, indicó que, “cuando nos instalamos como Gobierno, el ministro Valenzuela puso una restricción y freno, generando un protocolo para analizar cuál es la situación respecto de la ley 3516, que tiene un propósito, que tiene un espíritu. Porque en su momento se buscaba que los dueños pudieran generarles a sus familias un espacio productivo y también construir una vivienda. Eso se fue transformando en el tiempo y hoy día tenemos todas estas parcelaciones que están en los sectores rurales, muchas veces en clase de suelo dos o tres, que son los mejores para el agro”.
Silva agregó que junto a la Corporación Forestal (CONAF) y al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) buscan poder restringir de alguna manera y llevar a evaluación las solicitudes, para no perder terreno agrícola, poder manejar el tema de la prevención de los incendios forestales y el cuidado del patrimonio vegetal de la región y el cuidado del suelo.
Otro aspecto es el trabajo con los comités de viviendas, ya que desde la seremía asesoran a los pobladores, indicándoles si los terrenos son idóneos o no, antes de ellos porque es muy importante evitar construir en suelos ricos para la agricultura.
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