La “ignorada” Región de O’Higgins

Vale preguntarse por qué tiene que ser un medio internacional -y de prestigio-, como el The New York Times, el que nos recuerde las bondades y atractivos que goza nuestra querida Región de O’Higgins.

“Ignorada”. Por más cruel que pueda sonar, nadie podría rebatir lo verdadero y justo del calificativo que utilizó dicho medio para recomendar a nuestra zona como uno de los 54 lugares -sí, de todo el mundo- que deberían visitarse durante este año, en un listado que incluye a ciudades como París y Ginebra.

Pero no quiero utilizar este espacio para reiterar todas las características que hacen que nuestra región haya sido incluida en el selecto listado de los lugares que hay que visitar en el mundo, y que por cierto suscribo, sino aprovechar la instancia para insistir en que no dejemos pasar por alto lo que está a nuestro alcance, creyendo que siempre el pasto del vecino es más verde.

Si quienes nacimos o vivimos en O’Higgins seguimos subestimando lo que tenemos y no somos capaces de resaltar nuestros atractivos, los calificativos como “ignorada” seguirán repitiéndose. Y no estoy pensando exclusivamente en lo beneficioso que es para todo el turismo de O’Higgins.

Evidentemente, una vitrina como la del TheNew York Times y el compromiso que cada uno pueda adquirir en la promoción de nuestra zona impactará de sobremanera en los trabajadores y emprendedores que dependen económicamente de este sector. Pero tan importante como aquello -a mi juicio- es demostrar el genuino y desinteresado aprecio que muchos sentimos por esta región que habitamos.

 Coincidiendo con lo anterior, ¿podríamos cada uno convertirnos en embajadores de nuestra zona? Tiendo a pensar que sí, fundamentalmente porque ningún atractivo se logra sustentar sin la riqueza de sus propias comunidades y de quienes han posicionado al lugar en lo más alto del mundo.

Nadie podría disfrutar ni admirar, por ejemplo, la famosa sal de Cáhuil si no fuera por todos sus extractores. Restaurantes como El Abasto tampoco destacarían sin el abnegado esfuerzo de sus dueños, trabajadores y, por cierto, de los cocineros. Y así podríamos pasarnos todo el día resaltando que, detrás de cada rincón de nuestra zona, se esconde el sacrificio y empeño de miles de personas.

Mi invitación, por tanto, es que nos sintamos muy orgullosos de nuestra región, no sólo para que seamos nuevamente incluidos en estos listados, sino que para que en la próxima oportunidad, en vez de calificarnos como una zona “ignorada”, nos nombren como “la recurrida Región de O’Higgins”.