¿Dónde está el éxito?

¿Qué es uno de los anhelos más básicos a los que aspira cualquier ser humano? Es el éxito. El éxito glamoroso que nos cuentan nuestros familiares, amigos y en la pantalla, desde la época de infancia hasta el día de hoy.  Es la percepción que se ha instalado en nuestro cerebro como si fuera algo atesorado que está afuera, lejos, y que no es fácil de conseguir.

Para analizar dónde está la dificultad para alcanzarlo, les invito a analizar a profundidad nuestra forma de percibir “el éxito” y la forma de recorrer el camino hacia él.  La pandemia trajo obstáculos en salir y relacionarse con otros y, al mismo tiempo, trajo la instancia de mirarse a sí mismo y preguntar quiénes somos realmente y qué es lo que realmente buscamos.  

En este proceso me di cuenta que desde nuestra infancia nos han enseñado a buscar afuera lo que necesitamos. ¿Qué hacemos cuando necesitamos una respuesta?: Buscamos la información en Google antes de pensar con nuestra propia capacidad.  Por otro lado, muchas veces  buscamos divertirnos fuera del propio hogar o con otras personas, en lugar de disfrutar la compañía de uno mismo.

Bajo la misma lógica, también tendemos buscar la fuente del éxito y la razón del fracaso afuera.  Relacionamos el éxito con la fama o la fortuna.  Buscamos en el exterior la causa de nuestros incumplimientos de expectativas o de un error que cometemos, para atribuir a esta causa  la explicación para dar a otros. Si prestamos atención a nosotros mismos, nos daríamos cuenta de que lo hacemos diariamente en el mundo político, laboral, religioso, cotidiano, sea cual sea la actividad a que se dedica cada uno. En el mundo de emprendimientos en que me muevo habitualmente, también abundan cursos de innovación que tratan de enseñar, como si fuera algo que se encuentra en algún lugar lejano y que debemos ir a buscar. Después de tomar capacitaciones, aun nos quedamos con la sensación de no saber qué hacer y hacia dónde ir. Hay una cosa que aprendí durante la pandemia y humildemente quiero compartir: la respuesta está en nuestro interior siempre, sea cual sea la respuesta que esté buscando, la razón, el éxito, la innovación, la felicidad, buena relación, u otras cosas. No solemos buscarla en nuestro interior porque es más difícil dialogar con uno y enfrentarnos al propio ego. 

Hoy detente y analízate. Si tienes un problema con otros (puede ser tu jefe, tu padre, o quien sea), observa si estás buscando la falta en otros para darle tu razón, o si eres capaz de enfrentar y reconocer tu propia sombra y permitirte aprender de ahí y comenzar a generar cambios en ti antes de exigir a otros un cambio. O si te encuentras frustrado por no encontrar una idea innovadora que marque la diferencia y que te lleve al camino de éxito, date cuenta que no tienes que compararte con nadie y pregúntate qué es lo que realmente quieres aportar a la sociedad haciendo lo que te encanta hacer y para qué quieres hacerlo.  Solo tú puedes dar esa respuesta única. 

Según David Hopkins, un psiquiatra estadounidense y autor de varios libros, el éxito es la consecuencia de tener la capacidad de ejecutar, manifestar, producir, materializar y hacer que algo ocurra en el mundo. Esa capacidad es lo que tenemos que desarrollar, elevando nuestro nivel de conciencia.  No es algo agradable pero vale la pena cuestionar tu percepción del éxito y tu patrón de pensamiento y acción para convertirte en el mejor activo.