La descentralización es un tema fundamental en el debate constitucional. Sin embargo, ella no debe entenderse como un fin en sí mismo, sino como una herramienta para la modernización del Estado, acercando las decisiones a las personas de manera de generar desarrollo y empoderamiento regional.
¿Cómo podemos generar una descentralización efectiva?, primero, entendiendo las tres dimensiones de la descentralización: la política, la administrativa y la fiscal. La descentralización política tiene que ver con la generación de autoridades subnacionales, La descentralización administrativa tiene relación con la distribución de competencias, atribuciones y funciones entre niveles de gobierno del Estado, y finalmente, la descentralización fiscal se refiere a los impuesto y presupuestos a gestionar a nivel regional.
El proceso constituyente debe considerar que Chile se encuentra entre los países de la OCDE más centralizados. Pero la respuesta no es tan sencilla como parece. Está a la vista que la pura creación de regiones (descentralización administrativa) o de nuevos roles como el gobernador regional (descentralización política) no logran por sí solas el necesario empoderamiento y desarrollo regional. Además, cada medida tiene sus dificultades: Si, por ejemplo, pensamos en los ajustes presupuestarios debidos a la pandemia, resulta evidente que eventuales restricciones constitucionales en la materia hubieran dificultado una respuesta oportuna a la crisis sanitaria.
En definitiva, la convención constituyente y el debate público deben abordar el desafío descentralizador con seriedad, enfocado en el empoderamiento y desarrollo regional y considerando las limitaciones y dificultades que cada iniciativa conlleva. Es de esperarse que, tras un mes de errática instalación y nula discusión constitucional, el órgano constituyente se ponga a tono y empiece a trabajar en aquello que se le encargó y para lo cual le quedan 11 meses.
Juan De Dios Valdivieso, ingeniero agrónomo UC y José Tomás Zanzi, estudiante psicología U. San Sebastián