Para entender en el sentido más profundo el real significado de las tradiciones y su importancia como elemento central en el desarrollo de las sociedades, es primordial tocar además otros tópicos, ya que su contraste permitirá la real valorización del concepto.
Hoy, un elemento central en la vida de los países es la globalización, que a juicio de muchos expertos en el tema, trae de la mano un sinnúmero de ventajas, las que no evitan que en contrapartida encontremos dificultades no menores en ella.
Entre los factores negativos que presenta están: el intervencionismo extranjero, la pérdida de la identidad nacional y el declive de las lenguas minoritarias, entre otros.
Unido a lo anterior está la inversión de valores en la sociedad, aspecto que afecta a la mayoría de los países del mundo.
En la práctica, dicha inversión cambia los valores que nutren nuestros principios filosóficos, morales o ideológicos, alterando el comportamiento individual y colectivo de los integrantes de la sociedad.
Conociendo lo anterior y conscientes de los riesgos que llevan implícitos los factores mencionados, la pregunta es simple; ¿cómo enfrentamos dichos fenómenos a fin de evitar sus consecuencias negativas?
La respuesta es menos compleja de lo que se supone, a nuestro juicio hay entre otros, dos elementos que permiten enfrentarlos. Me refiero a: la preservación de las tradiciones y al fortalecimiento de la identidad nacional.
Siendo las tradiciones en la práctica un legado cultural, se convierten en usos y costumbres que transmiten conocimiento y nos unen a un pasado común, del cual nos sentimos orgullosos, ya que forman parte de nuestra historia y nos dan el más profundo sentido de pertenencia.
Íntimamente ligado a lo anterior encontramos el concepto de identidad nacional, que se asienta en los aspectos sociales, culturales y territoriales que conforman en el más amplio sentido a la nación, dándonos un sentimiento de apego a una colectividad histórica y culturalmente unida.
Finalmente, si complementamos lo expuesto con el hecho que el sustrato básico de un país no es otro que el concepto de Patria, entenderemos el profundo valor que tienen las tradiciones y por supuesto la identidad nacional, para mantener viva a la nación, entendida ésta como un conjunto de personas de un similar origen, que comparten vínculos históricos, culturales y religiosos, que tienen conciencia de pertenecer a un mismo conglomerado y comparten un territorio.