Entre los meses de enero y febrero del año 2017, más de 3 mil incendios forestales se generaron en distintas regiones del país.
Múltiples siniestros se vivieron en las zonas centro y sur de Chile, entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos y con mayor intensidad en O’Higgins, Maule y Biobío.
Los incendios forestales que golpearon a Chile en el verano de 2017, dejaron 6 mil damnificados y destruyeron 467 mil hectáreas de bosques. Además de sus impactos sociales y ambientales tuvieron un costo de 26,5 millones de dólares.
Las causas de este mega siniestro que llegó a avanzar a 8,2 hectáreas por hora, fueron atribuidas principalmente al cambio climático, lo que supuestamente elevó las temperaturas a niveles récord en algunas zonas del país, de acuerdo con la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
Sin embargo, en la región de O’Higgins, una de las causas habría sido la posible negligencia de empresas eléctricas, que dio lugar a la generación de fallas. Según la Fiscalía Regional, en enero de 2017 el 15 % de los incendios en la región habrían tenido esta causa.
El siniestro en el sector Nilahue Barahona, que afectó a Pumanque, Marchigüe, Pichilemu, La Estrella y Litueche, en el secano costero, consumió alrededor de 20 mil hectáreas en sus primeras 48 horas.
Al 25 de enero había consumido un total de 49.156 hectáreas, lo que lo convirtió en el segundo más grande y devastador del que exista registro en Chile, superando al que en 1999 consumió 25.389 hectáreas en la localidad de La Rufina.
En el caso, la Fiscalía anunció el 22 de enero de ese año la posible responsabilidad de la empresa eléctrica CGE Distribución, por una supuesta falta de mantenimiento de sus redes.
Posteriormente, el 31 de enero se anunció la detención de 6 trabajadores de una empresa contratista que prestaba servicios a CGE por la eventual negligencia que causó un incendio en la comuna de Navidad y la formalización de la investigación contra el subgerente técnico de CGE en O’Higgins por el incendio en Pumanque.
La catástrofe de 2017 fue enfrentada con un inédito operativo de emergencias que desplegó unas 20 mil personas y 49 aeronaves, entre ellas varias dotaciones internacionales y potentes aviones tanqueros llegados de Estados Unidos, Rusia y Brasil.
Lamentablemente, a raíz del siniestro se registraron 10 víctimas fatales por el combate de incendios, por accidentes o por problemas graves de salud, causados directamente por el desastre.
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