Qué poca cosa somos: bastó un virus microscópico, para volvernos a la realidad. No éramos ni dioses, ni inmortales. Creímos que podíamos alcanzar y tenerlo todo, que nuestra inteligencia no nos ponía límites, que ya no necesitábamos de Dios.
Qué poca cosa somos: bastó un virus microscópico, para darnos cuenta que nuestra altanería, racismo, homofobia, clasismo y de un cuánto hay para diferenciarnos, de nada nos sirve para no ser alcanzado por la muerte, al igual que aquellos que despreciamos. Los virus no saben de diferencias sociales, económicas ni políticas.
Qué poca cosa somos: cuando a pesar del miedo, no dejamos de lado nuestras diferencias políticas. Es vergonzosa la espera diaria de los resultados del coronavirus en nuestro país y el mundo. Si son opositores parecen alegrarse que el virus y las muertes aumenten, es el fracaso del gobierno. Si son oficialistas se alegran cuando algo se aplana la curva. La alegría no es por las menos muertes o infectados, ellos la ven como triunfo de su gobierno y del modelo.
Qué poca cosa somos: solo cuando vemos de cerca la muerte, valoramos lo maravilloso de la vida y la salud. Antes del peligro y después que pasa el peligro, desafiamos ambos estados de gracia. Lo más probable que muchos que hoy viven temerosos, pasado el peligro, vuelvan a su rutina temeraria del consumo de alcohol, cigarro, drogas, acumulación de riqueza y cuanta tontera que da placeres momentáneos.
Qué poca cosa son: los empresarios que no creen en el Estado, hoy pidiendo su ayuda. A la primera posibilidad dejaron cesantes sus trabajadores, les rebajaron sus sueldos, les hicieron gastar sus seguros de cesantía, y hoy algunos de ellos están repartiendo utilidades a sus accionistas, como si no tuvieran problemas de caja.
Qué poca cosa somos: cuando hemos sido y seguimos siendo cómplices pasivos de la miseria que el modelo neoliberal estaba escondiendo bajo la alfombra, y que la pandemia ha sacado a relucir: La Cesantía disfrazada que esconde el comercio ambulante, el crecimiento de los campamentos, el hacinamiento de los más pobres en los departamentos asignados por el estado y de la clase media en las torres de falsos condominios, la explotación de los migrantes en el trabajo y el arriendo de verdaderas pocilgas para vivir. De esto y mucho más que sucede y lamentablemente seguirá sucediendo en nuestro país, por nuestra desidia e individualismo, nos viene a confirmar que en muchas ocasiones. ”Qué poca cosa somos.”
José Alvarez Lara, docente y exseremi Educación.