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Columnas de Opinión

Cerezo: Desafíos que no esperan

VIERNES, 5 DE DICIEMBRE DE 2025


El cerezo se ha convertido en uno de los motores más dinámicos de la fruticultura chilena y en un sello de competitividad para la Región de O’Higgins. Mantener ese liderazgo exige innovar de manera constante, anticipar problemas y generar soluciones que lleguen efectivamente al campo. Por eso, la adjudicación por parte de INIA Rayentué de dos nuevos proyectos financiados por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), representa un avance clave no solo para nuestra institución, sino para la industria en su conjunto.

El primer proyecto aborda el daño provocado por la llamada “piel de lagarto”, un desorden fisiológico que puede comprometer seriamente la rentabilidad exportadora. Cada cereza que viaja miles de kilómetros debe llegar en perfecto estado, y cualquier alteración afecta directamente a productores y mercados. Desarrollar estrategias de manejo en huerto y postcosecha que reduzcan estas pérdidas es fundamental para resguardar la calidad que distingue a Chile.

El segundo proyecto se enfoca en la afectación provocada por los hongos de madera, un problema creciente que afecta la vida útil y productividad de los huertos. Validar un modelo de alerta preventiva que combine monitoreo, análisis climático y herramientas moleculares permitirá tomar decisiones sanitarias con mayor precisión. Es la dirección que debemos seguir: usar datos, anticipar riesgos y aplicar manejos oportunos.

Estos esfuerzos reflejan el rol que la investigación pública debe cumplir: generar conocimiento aplicable, trabajar en terreno y ofrecer respuestas reales a los desafíos del sector. En un contexto de mercados exigentes y condiciones climáticas cambiantes, la innovación no puede ser opcional; es una necesidad estratégica.

En INIA Rayentué asumimos ese compromiso con convicción. Nuestro trabajo busca fortalecer la competitividad regional, apoyar a productores y aportar ciencia que se traduzca en mejoras concretas. La colaboración con FIA, agricultores, exportadoras y otros centros de investigación demuestra que cuando unimos capacidades, la cadena productiva avanza.

El futuro del cerezo dependerá de la capacidad de seguir innovando y adaptándose. Desde la investigación aplicada, continuaremos impulsando soluciones que permitan a la región y al país sostener su posición de liderazgo y enfrentar con éxito los desafíos que vienen.

Por Cristián Aguirre Aguilera

Director INIA Rayentué


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