En la vida no siempre es fácil diferenciar lo trascendente de lo que no lo es. Ello, por cuanto los seres humanos poseen diversas motivaciones, que no necesariamente son coincidentes.
Sin embargo, hay ciertos aspectos que son importantes para la mayoría de las personas, por corresponder a valores trascendentes y permanentes, uno de los cuales es el amor, fuerza y motor que mueve al mundo sin duda alguna.
La familia, como célula básica de la sociedad, es otro de los elementos trascendentes, para casi todo ser humano.
Los principios y valores, que rigen nuestro paso por el mundo desde que tenemos uso de razón, hasta que desaparecemos de esta tierra, tienen también una importancia específica.
Claro está, que no todos somos iguales, ni menos aún pensamos lo mismo, por lo que la valorización de cada aspecto, es solo relativo, existiendo cientos de otros factores, según de que criterio se trate.
En el otro extremo, encontramos muchísimos aspectos que no tienen importancia, o no deberían tenerla, pero que en ocasiones nos producen algún grado de molestia, por el accionar de otros seres humanos, o por que no podemos alcanzar lo que creemos de importancia.
En cuanto al primer punto mencionado, nuestras relaciones humanas no son siempre lo que desearíamos que fueran, ya que parte de quienes nos rodean actúan bajo sus propias necesidades y aspiraciones, alejándose de aspectos tan básicos como la humildad, la empatía y la integridad
En el segundo caso, muchas veces, o al menos más de las deseables, vamos detrás de objetivos que parecieran trascendentes, cuando en realidad no lo son.
La búsqueda de la gloria, en cualquiera de sus acepciones y formas, no siempre otorga la satisfacción que esperamos, por el contrario, luego de mucho luchar por lograrla, no deja más que un vacío.
Otorgarle importancia a quien no la posee es un error garrafal, mientras que alejarse de quienes no tienen los mismos principios y valores que los que uno posee, es sin duda el camino correcto.
En lo material buscar el vellocino de oro, en la mayoría de los casos no es importante, ya que no es más que una quimera a la cual seguimos, dejando de lado lo que es realmente importante.
Aferrarse a aquello que no nos otorga nada, solo combustible para alimentar muestro ego, o permanecer cercano a las personas que no poseen los mismos valores que los nuestros, como dice el título de estas líneas, simplemente no vale la pena.
Sólo algo más, en lo espiritual luchar contra los molinos de viento sí es trascendente.