Oculta entre quebradas y cumbres de la Región de O’Higgins, la mina El Teniente —operada por Codelco— es reconocida como la mina subterránea de cobre más grande del mundo y un motor clave de la economía nacional. En su propósito de extender la vida útil del yacimiento, la estatal impulsó una serie de proyectos estructurales, entre los que destaca Teniente 7, una de las iniciativas más ambiciosas y desafiantes desde el punto de vista técnico. Concebido para proyectar el futuro de la minería subterránea, este yacimiento quedó recientemente marcado por el trágico episodio que enluta a toda una industria.
Emplazado a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, la zona fue diseñada para acceder a reservas profundas y sostener la producción por al menos cinco décadas. A diferencia de áreas anteriores, Teniente 7 fue desarrollado desde cero, incluyendo la construcción de túneles, rampas, sistemas de ventilación y circuitos operativos completamente nuevos. Las condiciones geológicas del lugar, con altas temperaturas y presiones en las masas rocosas, exigieron la adopción de tecnología avanzada como equipos autónomos y ventilación inteligente para asegurar condiciones mínimas de seguridad.
En paralelo, los proyectos Diamante y Andesita, situados en el nivel Teniente 7, formaron parte del plan de expansión. Aunque no alcanzó la misma profundidad ni volumen de reservas, ambos sectores cumplen un rol clave al reemplazar zonas agotadas y asegurar la continuidad operativa y fue en este último (Andesita), donde se encontraban los cinco trabajadores que perdieron la vida.