Por Alejandro León
Chile, reconocido por la explotación de sus vastos yacimientos minerales, está en la vanguardia de la transformación tecnológica de la industria minera, la que representa más del 10% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, generando cada año empleos para miles de personas.
Así, las promesas de productividad, seguridad y sostenibilidad que nos ofrece la tecnología están cambiando el panorama del sector. Esta transformación se traduce en una vasta generación de nuevos componentes donde resaltan la inteligencia artificial, robótica, vehículos autónomos y realidad aumentada/virtual, por mencionar sólo algunos.
La evolución ha sido rápida, y en el terreno ya está cambiando la forma de ver las faenas. Camiones y cargadores autónomos, gestionados por sistemas de gestión de flotas y plataformas automatizadas, permiten el carguío de mineral con una muy baja intervención humana, en sectores donde el peligro de atropello, colisiones o aplastamiento es muy real.
Así, tanto para empresas públicas como privadas, los desafíos de reestructuración y automatización tecnológica responden, en gran medida, a la evolución natural de los yacimientos, en que el envejecimiento de la infraestructura y a las leyes más bajas de mineral obligan a la permanente innovación. En este contexto, la inteligencia artificial marca un antes y un después tanto en la planificación de la producción, el mantenimiento predictivo, así como en la caracterización de reservas, reduciendo tiempos de inactividad, puesta en marcha y costos operativos.
En cuanto a la necesidad de la transición energética, sus avances son a pasos agigantados, de la mano de la electrificación y las energías renovables que se han materializado en los parques solares y eólicos en el norte del país, y que, junto a diversos proyectos de almacenamiento, buscan reducir la huella de carbono de las operaciones y, de paso, reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Por su parte, hace algunos años ya se dispone de programas computacionales y simuladores de realidad virtual, que tanto en la capacitación del personal o la planificación de riesgos, permiten evitar la exposición al peligro y optimizar el entrenamiento en tareas críticas. En la misma línea, la tecnología de robots y drones permite acelerar las inspecciones geológicas o topográficas en zonas críticas.
Sin embargo, el concepto de evolución tecnológica pone a las empresa en un encrucijada. La minería se destaca por emplear bastante mano de obra, y necesita una masa crítica de talento con competencias digitales; necesariamente, debe contar con una cultura organizacional que acepte y adopte los nuevos modelos de trabajo que impone la tecnología.
La falta de conocimientos y competencias necesarias para utilizar eficazmente los nuevos recursos, incluyendo la alfabetización digital y la capacidad para aplicar la tecnología en diferentes contextos, se traducen en desafíos para universidades y centros de investigación, donde la generación de sinergias con la industria para la formación de la fuerza laboral permitirá desarrollar soluciones según las necesidades de cada proyecto y afrontar los nuevos escenarios.
En síntesis, la minería chilena está cambiando estratégica y operacionalmente. La automatización y la digitalización prometen más productividad y seguridad, pero el éxito final depende de cómo la industria gestione la reconversión de su fuerza laboral.