Muchos se preguntan hoy porque en nuestro país se ha alejado para muchas familias el sueño de la casa propia.
Al respecto, es bueno recordar una política pública impulsada por parlamentarios de distintos signo durante el periodo de la pandemia (2020-2022) como fue el retiro de fondos previsionales de las AFP. En ese periodo se aprobaron tres retiros de fondos, que totalizaron US $50.000 millones aproximadamente un 18% del PIB del país.
El argumento utilizado fue permitir cubrir los gastos básicos de los hogares, pagar deudas y en general sostener la economía familiar. Se esgrimía que la iniciativa tenía un sentido humanitario.
La ciudadanía ante la posibilidad de disponer de ingresos no esperados le dio un amplio respaldo a la iniciativa parlamentaria. Sin embargo, el beneficio de disponer de recursos extras hoy tenía como costo que recibirían menores pensiones mañana.
Más allá del impacto de los retiros sobre las pensiones futuras, hoy es posible observar con nitidez otros efectos de esta errada política pública ahora sobre el mercado de capitales de nuestro país.
Como se indicó el retiro de fondos significó una disminución importante de la liquidez del mercado, cuestión que hoy se traduce en más restricciones para acceder al crédito no solo para las empresas sino también para las familias.
Esta mayor estrechez de fondos ha significado que las personas tienen más dificultades para optar a un financiamiento hipotecario y por tanto la vivienda propia se aleja.
Se redujo la oferta de crédito, aumentaron las tasas de interés y los dividendos y se redujo el plazo de los créditos hipotecarios, este mercado más restrictivo, en consecuencia, significó para las familias exigencias de mayores ingresos para optar a un crédito hipotecario.
Como conclusión, la política pública de los retiros resultó ser regresiva no solo por su efecto inflacionario sino además por impactar negativamente en el acceso a la vivienda de las familias de menores ingresos.
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