En O’Higgins, mientras el reloj marca la hora de almuerzo, miles de trabajadores se acercan a locales de comida casera buscando un menú abundante y económico. Con bandejas llenas de guisos, jugos naturales y postres tradicionales, la escena se repite día a día en locales de comida casera, donde la consigna sería comer bien sin gastar demasiado.
Un reciente estudio de la empresa Pluxee reveló que quienes no llevan colación desde sus casas en la Región de O’Higgins desembolsan en promedio 7.350 pesos diarios para almorzar durante su jornada laboral, cifra que se mantiene por debajo del promedio nacional de $8.136. La región solo es superada en menor gasto por La Araucanía ($5.461) y Atacama ($5.810), y son precisamente los locales de comida casera los que explican esta tendencia.
Paula Vargas Garate, dueña de “Los sabores de Mamita Pachina”, cuenta que sus clientes gastan cerca de $6.000 por colación, pudiendo bajar incluso a $5.000 cuando prescinden de la bebida. “La gente viene porque nuestra comida es contundente. Prefieren algo casero, que les deje satisfechos”, afirma.
Una percepción similar comparte María Álvarez, de “El Rincón de la María”, donde un menú completo con consomé, plato de fondo, postre, jugo, agua y hierbas ronda los $7.000. “No buscan tanto comida chatarra. Lo casero llena y se siente mejor”, asegura.
Incluso en los locales de comida rápida consultados, los precios de porciones individuales no superarían los siete mil pesos, aunque los combos familiares sí superarían esa barrera.
Factores detrás de los precios
Para entender por qué en O’Higgins los costos de almorzar son más bajos, expertos del rubro entregaron distintas miradas. Fernando Miranda, presidente de la Cámara de Turismo y Patrimonio de Rancagua y dueño del Café Haití, apunta a la influencia agrícola: “Aquí las papas son más baratas. Un saco cuesta cinco mil pesos, mientras que en la capital puede llegar a ocho mil. Eso nos ayuda a mantener los precios”.
A pesar de la presión de los costos, Miranda asegura que existe un esfuerzo por parte de los locatarios para no encarecer sus menús: “Acá en Rancagua todo está más cerca, eso nos permite un sacrificio y una empatía por parte de todos los que trabajamos en el rubro gastronómico. No subimos los precios. Hay precios que se han disparado como los gastos básicos que nos afectan demasiado. Mantenemos los valores, los precios, porque también acá la economía no está muy buena. Entonces tocaría subir valores y precios, la cosa no está muy buena. Terminaríamos cerrando, lógico”.
Rodrigo Zúñiga, presidente de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de O’Higgins, agrega que la decisión de muchos trabajadores de llevar comida desde casa también influye en estas cifras: “Muchos de los empleados deben decidir entre comer algo en los restaurantes del sector o cocinarse el día anterior y traer su propia comida, la mayoría opta por este punto, puesto que es bastante más económico, lo hacen por la economía del país y la incertidumbre del desempleo no deja otra opción ahora”.
Finalmente, el Seremi de Economía, Fomento y Turismo, Darío García, destaca el rol de los emprendedores y la producción local: “Los dueños de locales hacen un esfuerzo por mantener precios pese al aumento de costos. El sistema de agricultura siempre lo destaca, las frutas y algunas verduras han disminuido sus precios. Yo voy mucho al Comedor Popular y también he encontrado algunas picadas, en buen chileno, con almuerzo a 4.000 pesos”.