Un hecho histórico se vivió en el mundo. La elección de un nuevo Papa, siempre se considera un hito, y este jueves recién pasado, fue elegido el 267, Robert Prevost, quien bajo el nombre de León XIV, es no solo el primer pontífice estadounidense, sino también el primero en pertenecer a la congregación de San Agustín.
León XIV, asume el liderazgo de la Iglesia católica con una trayectoria marcada por la vida comunitaria, el pensamiento agustiniano y el compromiso con las causas sociales.
¿Quienes son los ‘agustinos?
Los agustinos, también conocidos como frailes agustinos, siguen la línea de pensamiento de San Agustín de Hipona (354–430), uno de los grandes teólogos y filósofos de la cristiandad. Esta orden, pionera en el siglo XI en combinar el rol clerical con una vida comunitaria plena, valora profundamente el estudio, la razón, la fraternidad y el compartir. No es raro, por tanto, encontrar a sus miembros trabajando en escuelas, universidades y misiones humanitarias.
Prevost representa fielmente este espíritu. A los 30 años se trasladó a Perú como parte de una misión agustiniana dedicada a la evangelización, la educación y la promoción humana. Su elección marca también el regreso del ideal mendicante al papado: una Iglesia que, en lugar de recluirse, sale al encuentro del mundo y sus desafíos, como lo proclamaron las órdenes mendicantes surgidas en la Edad Media.
Inspirado por San Agustín, quien vivió una intensa transformación espiritual tras una juventud hedonista y una búsqueda filosófica profunda, León XIV llega al trono de Pedro con la impronta de una Iglesia que cree en la fuerza de la razón unida a la fe, en la comunidad como base y en el servicio como horizonte.
La elección de León XIV podría marcar un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia: más cercano, más reflexivo, más comprometido con los dolores y esperanzas del mundo actual.