Cada año, el 4 de mayo se conmemora en numerosos países el Día Internacional del Bombero, una jornada dedicada a reconocer a quienes arriesgan su vida para proteger a otras. La fecha, que tiene origen en una tragedia ocurrida en Australia, busca destacar el rol fundamental que cumplen los bomberos en situaciones de emergencia, muchas veces invisibles para el resto de la sociedad.
La elección del 4 de mayo no es casual. En Europa, ese día se celebra la festividad de San Florián, considerado el patrono de los bomberos, quien fue mártir del Imperio Romano tras salvar vidas durante un gran incendio. Pero fue recién en 1999 cuando la fecha tomó fuerza a nivel internacional, luego del fallecimiento de cinco bomberos durante un incendio forestal en Linton, Australia. Ese hecho impulsó a colegas y comunidades a instaurar un día para rendir homenaje global a esta noble profesión.
En Chile, el homenaje a los voluntarios del fuego tiene además un reconocimiento propio. Cada 30 de junio se celebra el Día Nacional del Bombero, en honor a la fundación del primer cuerpo de bomberos voluntarios del país, establecido en Valparaíso en 1851. Así, mayo y junio se convierten en meses clave para recordar el compromiso inquebrantable de quienes integran estas filas, muchas veces de manera completamente voluntaria.
Aunque la imagen del bombero suele asociarse al combate del fuego, su formación va mucho más allá. Intervienen en emergencias químicas, rescates vehiculares, salvamentos en altura y tareas de protección civil, además de realizar talleres educativos en comunidades. Su preparación incluye conocimientos técnicos en áreas como electricidad, hidráulica, química y primeros auxilios, además de exigente entrenamiento físico.
En Chile existen bomberos forestales, aeronáuticos, urbanos y rurales, quienes ya sea en grandes ciudades o zonas aisladas, responden con la misma entrega a cada llamado.