Con el tradicional juramento de secreto y el cierre simbólico de las puertas de la Capilla Sixtina, ha comenzado hoy el Cónclave que buscará elegir al nuevo Papa de la Iglesia Católica. 133 cardenales electores, todos menores de 80 años, se han reunido desde distintas partes del mundo para participar en esta elección, una de las ceremonias más solemnes y reservadas del Vaticano.
El proceso se celebra tras la declaración oficial de sede vacante, y sigue un rito con siglos de historia. Durante el cónclave, los cardenales viven en aislamiento en la Casa Santa Marta y realizan votaciones diarias hasta alcanzar el consenso necesario: una mayoría de dos tercios.
Históricamente, la duración de un cónclave ha variado considerablemente. En 2005, el cónclave que eligió al Papa Benedicto XVI duró apenas dos días. El de 2013, que concluyó con la elección del Papa Francisco, tomó cinco votaciones en dos días. Sin embargo, otros cónclaves han sido mucho más largos, se tiene registro de que el siglo XIII hubo un cónclave de casi tres años.
Durante el cónclave, la única señal visible para el mundo exterior será el humo que emerge de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina. El humo negro indica que no se ha alcanzado acuerdo, mientras que el esperado humo blanco anunciará que la Iglesia tiene un nuevo Papa.
A partir de hoy, los ojos del mundo están puestos en el Vaticano, a la espera de una señal que marque el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica.