El otoño no solo transforma el paisaje, también marca el inicio de ciertos riesgos para la salud de las mascotas. Los cambios de temperatura, la mayor humedad y la acumulación de hojas secas pueden afectar el bienestar de perros y gatos si no se toman las medidas adecuadas.
En esta época, es común que se presenten enfermedades respiratorias, sobre todo en animales de edad avanzada o de pelaje corto. Por eso, es fundamental evitar que duerman en lugares fríos o húmedos. Se recomienda mantener sus camas en espacios interiores, lejos de corrientes de aire, y considerar el uso de mantas térmicas.
Además, con los días más cortos, las salidas a pasear pueden ser en horarios con menos luz, lo que aumenta el riesgo de accidentes. Usar correas reflectantes y mantenerse en zonas iluminadas es clave para la seguridad.
Otro factor a considerar es la limpieza del entorno. Las hojas secas y la humedad pueden generar hongos, pulgas o garrapatas. Por eso, es importante revisar regularmente el pelaje de las mascotas y mantener al día los tratamientos antiparasitarios.
En cuanto a la alimentación, si bien el gasto energético no es tan alto como en invierno, algunos animales pueden requerir pequeñas adaptaciones en su dieta. Consultar con el veterinario siempre es una buena opción.
Finalmente, el otoño también puede influir en el estado de ánimo. Algunas mascotas pueden estar más dormilonas o menos activas. Mantener rutinas de juego y afecto diario ayuda a que se mantengan estimuladas y felices.
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